Ignacio Álvarez-Ossorio

El autoproclamado califato dispone de mayores apoyos de los imaginados

El autoproclamado califato dispone de mayores apoyos de los imaginados
Ignacio Álvarez-Ossorio. PD

Titula Ignacio Álvarez-Ossorio su columna en ‘El País‘ este 23 de noviembre de 2015 «Los cómplices del Estado Islámico» y sostiene que si bien es cierto que el llamado Estado Islámico representa una amenaza global de primera magnitud, también lo es que algunos actores lo consideran un instrumento de utilidad que conviene preservar:

  • Los atentados de París han trasladado al corazón de Europa la barbarie con la que conviven los ciudadanos de Siria e Irak desde hace años.
  • Si hay algo inquietante en estos atentados es que demuestran que la capacidad operativa del ISIS sigue intacta. Los 8.000 ataques aéreos lanzados por la coalición internacional contra sus feudos en territorio iraquí y sirio han logrado frenar su avance, pero no han impedido la consolidación de su administración. El hecho de que las principales potencias internacionales sean incapaces de derrotar a una organización que apenas cuenta con 50.000 efectivos nos invita a pensar que se carece de una estrategia adecuada para derrotar a este enemigo no convencional.
  • La resiliencia del ISIS nos indica, al mismo tiempo, que dicho grupo dispone de mayores apoyos de los imaginados. En realidad, su fulgurante expansión no hubiera sido factible de no haber contado con la complicidad de algunos actores clave de la región.
  • El régimen sirio siempre ha considerado a los yihadistas un enemigo útil, susceptible de ser manipulado cuando llegase la ocasión.
  • Bachar ha evitado atacar las posiciones del ISIS, labor que tuvieron que asumir las fuerzas rebeldes que comprendieron que se trataba de un grupo parasitario que pretendía aprovechar el caos bélico para implantarse sobre suelo sirio. El ISIS siempre fue contemplado por el presidente sirio como un enemigo útil que le permitía presentarse como un mal menor ante la comunidad internacional. Por esta razón, el régimen necesita mantener con vida al ISIS, ya que se ha convertido en el salvoconducto que podría garantizar su propia supervivencia.
  • También el Gobierno iraquí tiene un papel determinante en el nacimiento y expansión del ISIS. La intervención norteamericana permitió que los partidos chiíes se hicieran con el poder e instauraran un Gobierno abiertamente sectario.
  • Por último, debemos referirnos a las potencias regionales que han tenido un papel decisivo en el agravamiento de la situación en Siria e Irak. Algunas petromonarquías del golfo Pérsico se han guiado por la máxima del «enemigo de mi enemigo es mi amigo», lo que les ha llevado a financiar generosamente a una pléyade de grupos yihadistas con una agenda abiertamente sectaria, todo ello con la voluntad de debilitar a las autoridades de Damasco y Bagdad.
  • Arabia Saudí e Irán, que están librando una guerra fría por el control de Oriente Próximo, son los principales responsables de la deriva sectaria que azota la región. El primer país tiene una dilatada historia de colaboración con los movimientos yihadistas, que, a su vez, se consideran puntas de lanza del wahabismo en el mundo árabe. En el pasado, importantes jeques contribuyeron a la financiación de Al Qaeda; en el presente, Riad considera la rama local de dicha organización en el Yemen como un aliado en su guerra contra los Huthis.
  • Irán, por su parte, ha movilizado a diversas milicias chiíes libanesas e iraquíes, así como a su Guardia Republicana, para apuntalar a El Asad. Aunque Irán sea un enemigo declarado del ISIS, lo cierto es que también ha sabido rentabilizar su existencia en las negociaciones en torno al acuerdo nuclear, ya que EE UU es plenamente consciente de que la contribución iraní será imprescindible para estabilizar el caótico Oriente Próximo.
  • Otra de las potencias regionales que han jugado a esta ruleta rusa ha sido Turquía, que permitió que sus fronteras se convirtiesen en un auténtico coladero por el cual se infiltraban miles de yihadistas a territorio sirio. Al hacerlo pretendía acelerar la caída del régimen, pero también impedir la consolidación de la autonomía de Rojava, el Kurdistán sirio.
  • En último término no debemos soslayar la responsabilidad de EE UU en la irrupción del ISIS. Su invasión de Irak no sólo destruyó al régimen, sino que además desmontó el andamiaje estatal al desmovilizar al Ejército y disolver el Baaz. En ese terreno abonado nació el ISIS, que llegó a ser visto por algunos elementos de la Administración americana como un instrumento que podía debilitar a Al Qaeda, su enemigo público número uno desde los atentados del 11-S.

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