Arcadi Espada se muestra crítico con la clase política española en esto de la guerra, pero también a los propios ciudadanos por ser cómplices posteriores en las elecciones. No entiende como hay partidos, caso de Podemos, que esperan que el Gobierno dé un paso al frente para sacar rédito electoral, como tampoco comprende que el Ejecutivo pueda acabar actuando de espaldas a su ciudadanía:
El primer ministro Valls dice que Francia necesita ya la ayuda española aunque comprende el momento preelectoral del presidente Rajoy. Es mucho comprender. Porque lo que demuestra el silencio del Gobierno ante la guerra es la elocuente consideración que le merece el ciudadano: tomaremos la decisión sobre la guerra a sus espaldas. No hay ningún español que desconfíe más que yo del pueblo español y de su acendrado gusto por sucumbir ante la demagogia.
Pero su estado de postración sólo puede aliviarse mediante la refriega constante con la realidad. Mientras los gobernantes mantengan al pueblo en la UCI moral, aplicando pomada a su responsabilidad, la calidad de la democracia irá degradándose. El perfil del ciudadano español ante la amenaza terrorista es un tipo bronco que echa chispas cuando le obligan a descalzarse en un control aéreo. Y el perfil del gobernante ante los ciudadanos es el de un hipócrita tendero que mete las fresas podridas debajo de las tersas, mientras asegura empalagoso que el cliente siempre tiene razón. También tienen su perfil los periódicos: ya nunca jamás se dirigen a los ciudadanos, salvo para amasar su vanidad, sino a los políticos: cosa del negocio también.
Recalca que:
La elusión de la responsabilidad tiene cada día nuevos capítulos. La otra mañana en la radio oí hablar a un farmacéutico, desesperado porque el Gobierno de la Generalidad les ha dicho que si quieren cobrar las deudas pendientes vayan eligiendo a sus patronas favoritas para ponerles velas. El llamado proceso soberanista, tan simpático, no se abstiene de la bajeza y la grosería. Las quejas del farmacéutico eran correctas respecto al tono intolerable. Pero en absoluto respecto al fondo del asunto.
E insiste:
Hace dos días la mayoría de votantes catalanes ha dado su apoyo a un Gobierno que ni paga farmacias ni tiene el menor contacto racional con la realidad. ¿Qué han votado los farmacéuticos? A lo mejor es que yo conozco al único que ha votado Junts per putsch. Pero es probable que haya pasado con las farmacias lo mismo que con los electricistas: muchos, muchos, votos a favor de un gobierno caótico, moroso, inmoral, que en su programa político llamaba explícitamente a desobedecer la legalidad. El farmacéutico decía que era una víctima de los políticos. No. En absoluto. Es una víctima, cuando no un cómplice, de la mayoría de sus conciudadanos. Creo con Pablo Iglesias que es la hora de la gente. La hora de que a la gente se le caiga la cara de vergüenza.