Francisco Muro de Iscar

Recen lo que sepan

Recen lo que sepan
Francisco Muro de Iscar. PD

La suerte está echada. Después del «killerdebate» entre los dos líderes políticos «más responsables» -que cada lector elija el sentido de responsabilidad-, lo que ha quedado son los días «basura» de la campaña, esos en los que salen los suplentes o los segundos y juegan porque hay que cumplir las reglas y agotar los tiempos, pero sin ilusión y sin posibilidad de cambiar el resultado.

Si antes no había propuestas, ahora hay un vacío a la espera del muy incierto veredicto de las urnas. La suerte está echada.

Mariano Rajoy empieza a temerse lo peor y dice que un gobierno en minoría puede tener muchas dificultades para gobernar y poner soluciones a los grandes problemas que tenemos. Para decir eso no hace falta haber ido a la Universidad ni tener experiencia política.

Pero es a lo que nos acercamos inexorablemente. Pensar en una «gran coalición» a la alemana entre el PP y el PSOE es imposible tras esta campaña. Incluso aunque Pedro Sánchez deje el liderazgo del PSOE o Mariano Rajoy se vaya a su despacho de registrador de la propiedad.

Albert Rivera ha dicho por activa y por pasiva que no va a apoyar un Gobierno presidido por otro que no sea él y, aunque en política las promesas duran sólo hasta que se incumplen, no parece que ni PP ni PSOE puedan contar con su voto en la investidura.

Y Pablo Iglesias que ya tiene nombrado su gobierno y que presenta a sus compañeros de lista como «el futuro ministro de Defensa» o la «futura ministra de Justicia», puede acabar cuarto en la carrera -o segundo, que nadie lo sabe- pero tendría que hacer malabarismos para conseguir que le apoyen PSOE y Ciudadanos y echar así a Rajoy de la Moncloa que es, de verdad, lo que le gustaría a Pedro Sánchez, aunque no ganara él.

Si los electores no dicen otra cosa, que puede, vamos a un Gobierno del color que sea, en franca minoría, que tendrá que pactar cada ley, cada inversión, cada reglamento, cada acuerdo.

Y aunque soy amigo de los pactos, incluso cuando se tiene mayoría absoluta, la experiencia demuestra que un Gobierno así no manda nada, no es coherente y no puede afrontar reformas profundas como las que sigue necesitando España: la territorial, la de las pensiones, la de la educación o la justicia, etc. ¿Qué reforma de la Constitución se va a hacer con un panorama así? El ejemplo italiano o el del tripartito catalán deberían servirnos, pero tampoco creo que aprendamos.

Así que sólo me queda una recomendación a los que vayan a votar y ojalá que sean más que nunca: usen la cabeza más que el corazón y recen lo que sepan, incluso aunque sean agnósticos.

Lo vamos a necesitar. Es verdad que ningún país ha desaparecido a pesar de la impericia o la corrupción de sus gobernantes pero algunos se han acercado al precipicio.

Como decía Samuel Jhonson, el escritor inglés que veneraba mi admirado amigo Alejandro Armesto, «es necesario esperar, aunque la esperanza haya de verse siempre frustrada, pues la esperanza misma constituye una dicha, y sus fracasos, por frecuentes que sean, son menos horribles que su extinción». Lo dicho, recen lo que sepan y que alguien lo escuche.

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