Laureano Benítez Grande-Caballero

Rojos en el Caribe

Podemos surgió como un movimiento cuyo modelo era la Revolución Bolivariana de algunos países latinoamericanos, especialmente Venezuela, que los podemitas quieren extender al sur de Europa

Rojos en el Caribe
Laureano Benítez Grande-Caballero. PD

Un día de 2006, los protopodemitas de la banda de Somosaguas se fueron al Caribe a asesorar revoluciones y, de paso, a hacer las Américas, rapiñando países bolivarianos para hundirlos con sus consultorías, igual que se hunden galeones en la mar océana como si tal cosa.

El desembarco lo hicieron en un galeón de bandera morada llamado «Centro De Estudios Políticos y Sociales» (CEPS), fundado en la Universidad de Derecho de Valencia en el 2002, y en cuyo Consejo Ejecutivo entraron en furibundo abordaje los amiguetes de «Contrapoder» de la «Universidad Complotense». Por este motivo, CEPS guardará desde entonces un estrecho contacto con el movimiento podemita, aunque ambos nieguen vínculos financieros.

CEPS se define como «una organización política no partidaria dedicada a la producción de pensamiento crítico y al trabajo cultural e intelectual para fomentar consensos de izquierdas». En los años que lleva de funcionamiento, ha ingresado cerca de 4 millones de euros por sus informes y consultorías al gobierno de Venezuela -según el contrato, reciben 320.000 € anuales-, a pesar de lo cual no pagan el impuesto del 25% de sociedades, ya que es una fundación «sin ánimo de lucro». También han brindado sus servicios de consultoría política, jurídica y económica a Ecuador, Bolivia, El Salvador, Paraguay y Cuba, entre otros.

Entre los consejos que esta fundación -donde Pablo Iglesias es responsable de Análisis Estratégicos- ha impartido al gobierno venezolano hay algunos realmente alucinantes. Por ejemplo, recomendó a Hugo Chávez que creara un museo sobre el genocidio español durante la conquista de América, para contrarrestar las críticas de la ONG «Human Rights Watch», que acusaba a Venezuela de no respetar los derechos humanos.

Asimismo, CEPS vendió al parecer a Hugo Chávez una estrategia para infiltrarse en el 15M, a través de un informe titulado «Estrategias para una aproximación bolivariana al movimiento de los indignados en España y en Europa», remitido al Gobierno chavista el 28 de mayo de 2011. Su objetivo era movilizar a los «camaradas comunistas» a que participaran en esos espacios de movilización, pues las reivindicaciones del movimiento de los indignados se orientaban a un modelo social parecido al de la «Revolución bolivariana».

La asesoría más frecuente que ejecutó CEPS fue la de diseñar los contenidos que Chávez debía tratar en sus monólogos televisivos titulados «Aló Presidente», diseñándole las estrategias comunicativas, entre las cuales ocupaba un lugar destacado la relación que debía tener con los medios privados, recomendándole una estrategia de penetración, pues frecuentemente emitían señales opositoras hacia su Gobierno. Cuando no fue posible la cooptación de estos medios, Chávez procedía a detener a los propietarios de los medios de comunicación críticos.

Ante la amenaza de la victoria electoral el 20D de 2011 de lo que ellos calificaban como la «extrema derecha posfranquista», CEPS conspiró claramente con Chávez para que presionara a las empresas españolas con negocios en Venezuela, especialmente a aquellas que tenían inversiones en el conglomerado mediático español, con el fin de inducirlas a realizar campañas que obstaculizaran el previsible triunfo del PP, posible aliado de los neoconservadores del «Tea Party» en su campaña de descrédito hacia la revolución bolivariana.

Pero el tema más controvertido y polémico que ha generado el CEPS es el de por qué esta labor de consultoría fue recompensada con sumas tan generosas de dinero por parte del gobierno venezolano, cantidades totalmente desacostumbradas en este tipo de contratos -y más cuando esa asesoría jurídica, económica y política ha llevado a la ruina al país caribeño, podemos añadir-. Aquí es donde se inserta la teoría conspirativa destapada por el coronel boliviano Germán Cardona Alvarez, en un informe remitido el 20 febrero 2015 al comandante general del Ejército de Bolivia, donde da cuenta de que «hace seis años Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Evo Morales, bajo la tapadera de una entidad denominada Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPS), en cuyo consejo figuran Pablo Iglesias, Íñigo Errejón, Luis Alegre y Juan Carlos Monedero, realizaron viajes a España con el objetivo de financiar una nueva organización política con la finalidad de, una vez que conquistaran el gobierno, fuera constituida una puerta directa de entrada de cocaína en Europa».
Este dossier se publicó en la revista brasileña «Veja», y posteriormente en algunos medios de comunicación españoles. Gabriela Montaño, la presidenta de la Cámara de Diputados de Bolivia, negó categóricamente las acusaciones, y ahí quedó el asunto, pendiente de que se aporten nuevas pruebas.

Pero parece que la verdadera asesoría opera en sentido inverso, según un proceso que guarda cierta semejanza con el llamado «síndrome de Estocolmo», pues es la Revolución Bolivariana la que está proporcionando a Podemos los contenidos y las estrategias para implementar en España un movimiento político equivalente, que «bananice» nuestro país con ese invento revolucionario caribeño que ha precipitado a los países que lo practican en los abismos de la ruina y la pobreza. Según Íñigo Errejón, «Podemos no habría existido, si no hubiera sido por mucho tiempo de aprendizaje de los procesos populares en América Latina y de formas de construcción de poder político y derrumbe de lo viejo».

Según Iglesias, las revoluciones latinoamericanas de la izquierda bolivariana son «una valiosa experiencia» para afrontar la crisis política del régimen del 78, poniendo al gobierno venezolano como ejemplo para «recuperar la democracia» (¡¿) y «poner la política al servicio de la gente» (sic). Es más, desde su mesianismo pretende aconsejar al sur de Europa que se sume a esta «cruzada bolivariana»: «Para estudiar estas políticas que son cruciales para el sur de Europa hay que mirar a América Latina, que es uno de los pocos lugares en los que se ha intentado hacer política de otra manera», manifestó durante el transcurso de una conferencia en el País Vasco en 2013.

Y ésta parece ser la línea programática de los «asesores asesorados»: «Consideramos que América Latina se ha convertido en el laboratorio más interesante de transformación política y social generando esperanzas en los sectores populares de todo el mundo. Sin embargo creemos que el valor de las experiencias latinoamericanas no se reduce a la región, sino que puede ser útil también para la generación de dinámicas de transformación social en Europa y en el Estado», asegura CEPS en su página web.
¿Revolución bolivariana en el sur de Europa? ¿En los PIGS? Portugal está en manos de una coalición de izquierdas donde figura el «Bloco de Esquerda», pariente podemita, al igual que los «syrizos» griegos. La siguiente ficha de dominó en caer podría ser España.

Durante un viaje a Argentina después de su «default» -la política de Cristina Kirchner que lo causó fue alabada por Monedero-, el dirigente podemita manifestó que «Podemos quiere cambiar el euro desde dentro […] lo que necesitamos es una nueva moneda europea, pero que no sea el euro, y tampoco regresa la peseta». Para ello, apuesta por «una nueva moneda europea regional para el sur de Europa». Y dale con las monedas nuevas, pues ya los gobiernos bolivarianos le abonaron suculentas cantidades por asesorarlos en el proyecto de establecer entre ellos una divisa común, que nunca llegó a existir. ¿Será su destino, por llamarse Monedero?

Todo parece diabólicamente encajado. ¿Qué se esconde tras este proyecto de bolivarización de los países periféricos? ¿Formará esto parte sustancial de la conspiración de Podemos? Y, si es así, ¿quién la dirige realmente?
Quien haya leído mis artículos anteriores sobre esta conspiración es muy probable que pueda imaginarlo.

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