Fermín Bocos

Los perdedores

Los perdedores
Fermín Bocos. PD

La derrota es huérfana. En política puede resultar desgarradora porque deja a mucha gente en la calle y no todos los políticos tienen a dónde arrimarse cuando vuelven a ser simples ciudadanos.

Más allá de la retórica y de las palabras de mármol que los tribunos se llevan a la boca cuando quieren convencernos de que están en política porque tienen vocación de servicio, lo que nos dice la experiencia es otra cosa: los partidos son empresas extractivas de las que viven y se alimentan miles de personas. Por eso, los dirigentes y simpatizantes del partido que gana las elecciones rinden culto a la personalidad de su líder.

El que les guía y proporciona empleo o encomienda. Ya sea como parlamentarios, asesores o empleados en las diferentes sedes que el partido tiene repartidas por el país.

Todo es alegría en la victoria. Y todo se torna sombrío en la derrota. Cuando llegaron las primeras sombras y con ellas las encuestas con los resultados de la noche del 20-D, en las sedes del PP y el PSOE empezaron los nervios. La cosa pintaba mal. Echar cuentas era ir anotando quien se quedaba fuera.

Ni el popular Javier Maroto, encumbrado hasta una de las vicepresidencias, conseguía escaño por Alava, ni Eduardo Madina, otrora rival de Pedro Sánchez en la disputa por la secretaría general del PSOE, alcanzaba el suyo por Madrid. Y como ellos, decenas y decenas de nombres que figuraban en las papeletas que habían convivido esperanzadas en el vientre de las urnas.

Para todos no había premio. Algunos de los que se han quedado fuera llevaban allí desde el siglo pasado (Durán Lleida); otros, como el ex JEMAD Julio Rodríguez, soñaban con entrar entre los dos leones como fase preparatoria para asaltar los cielos. Los perdedores son la componente más humana de la tropa que se dedica a la política. Algunos tienen en la derrota un argumento para una novela.

Madina pudo reinar en el PSOE y Sánchez no sólo le dejó en la cuneta sino que para más inri le colocó en la lista por detrás de la tránsfuga Irene Lozano, látigo que fue de los socialistas cuando jugaba con la camiseta de UPyD. Pese a que Churchill decía que en política había que acostumbrarse a ir de derrota en derrota sin perder el entusiasmo, lo cierto es que aunque algunas derrotas curten, la mayoría son tristes y ninguna es dulce.

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