Francisco Muro de Iscar

El pacto, ¿posible?

El pacto, ¿posible?
Francisco Muro de Iscar. PD

Las negociaciones para formar gobierno acaban de empezar y, por tanto, es pronto para adivinar cuál va a ser el final. Sí hay cuestiones que parecen claras: Rajoy quiere formar gobierno y gobernar en minoría con apoyos en la investidura (del PSOE) y acuerdos puntuales (con quien sea). Para conservar su poder está dispuesto a hacer lo que no ha hecho en cuatro años: dialogar y acordar.

Rajoy y Sánchez no se entienden y es difícil que puedan pactar algo. Sánchez sabe que la única opción de sobrevivir en política es formar un gobierno imposible: con su principal enemigo, Podemos, con los nacionalistas, con ERC y con quien se deje. En el PP hay voces importantes que desearían que Rajoy se fuera a casa y en el PSOE algunos temen que Pablo Sánchez acabe con el partido.

Pablo Iglesias no tiene prisa: si Sánchez acepta sus condiciones y firman un pacto de gobierno, no sólo tocará poder sino que acabará fagocitando al PSOE. Y si la situación y el PSOE se deterioran, los votantes de izquierda pueden auparle, en unas nuevas elecciones, al liderazgo de la izquierda.

Ciudadanos ofrece un acuerdo a tres con el PSOE y el PP. Y espera. Como esperan también los problemas que hay que solucionar sí o sí, en los próximos meses si no queremos que se frene la recuperación económica y que los nacionalistas, en manos de la CUP, se aprovechen de la debilidad de las instituciones.

Vistas así las cosas, y mientras siguen las conversaciones, se constituyen las Cortes e inicia el Rey su ronda de consultas, tal vez haya que pedir grandeza de miras a los líderes de los dos grandes partidos para que pongan su cabeza a disposición de un pacto posible. Un pacto entre PP y PSOE, con mayoría absoluta para afrontar las grandes reformas pendientes –lucha contra la corrupción, ley electoral, reforma de la Administración, pactos por la educación y la Justicia, garantías de la unidad de España y la igualdad entre los españoles, vivan donde vivan, y poco más– en un plazo concreto de tiempo y, tras esas reformas, volver a la contienda electoral, tal vez con un programa pactado de reforma constitucional.

Si a ese pacto se suma Ciudadanos, entrando en el Gobierno o apoyándolo desde fuera, tanto mejor. La voz de Albert Rivera, pese al fiasco electoral –buenos resultados, pero no los esperados– parece ser una de las pocas que trae sentido común a los debates y propuestas para encontrar salida a los caminos que parecen no tenerlas. Es tiempo de «finezza» y de hombres de Estado. La historia reciente no permite ser optimistas, pero hay que dar oportunidades a los políticos para que recuperen la confianza de los ciudadanos y pongan la primera piedra de la regeneración que España necesita urgentemente.

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