Soy feminista y lo continuaré siendo mientras persista la desigualdad entre mujeres y hombres. Seré feminista mientras haya países donde las mujeres no tienen los mismos derechos que los hombres y ni siquiera son ciudadanas.
Seré feminista mientras haya mujeres que pasan de las manos de los padres a las de los maridos sin poder decidir su propia vida. Seré feminista mientras en nombre de unas «costumbres» a la mujer se le «rebañe» el clítoris. Seré feminista mientras millones de niñas por el hecho de serlo no puedan acceder a la escuela e incluso sufran agresiones como la que padeció Malala a la que unos salvajes la quemaron el rostro para obligarla a dejar de ir a la escuela.
Seré feminista mientras haya mujeres a las que se les convierte en esclavas sexuales como hacen hoy día los repugnantes barbaros del ISIS. Seré feminista mientras haya mujeres que sean menos que nada como sucede en países islámicos donde por prohibir se las prohíbe hasta conducir, como es el caso de Arabia Saudita.
Seré feminista mientras haya mujeres que se ven obligadas a esconderse detrás de un burka. Seré feminista mientras haya mujeres que reciben unas enseñanzas castrantes convenciéndoles que su honorabilidad y dignidad tiene que ver con cuánto cabello o piel pueden enseñar.
Seré feminista mientras haya mujeres que mueren por abortar en condiciones infrahumanas. Seré feminista mientras las mujeres no reciban el mismo salario que los hombres por el mismo trabajo.
Puedo seguir esgrimiendo razones de por qué soy y continuaré siendo feminista. Se puede resumir en que aún hay muchas batallas que dar por más que en esta parte del mundo, donde afortunadamente nos ha tocado vivir, las mujeres somos ciudadanas en pie de igualdad jurídica con los hombres aunque aún persistan algunas desigualdades.
Todas estas razones son los suficientemente serias para que haya quienes conviertan en intranscendente y anecdótico el feminismo.
Por eso me irrita que en tres barrios de Madrid, se hayan celebrado Cabalgatas en las que unas señoras se han disfrazado de Reyes Magos esgrimiendo que es una manera de luchar por la igualdad.
Pero la causa de la igualdad es demasiado seria para que haya quienes la banalicen con actuaciones como estas. Es más, me parece un acto de machismo eso de que haya mujeres que crean que la igualdad pasa por «hacer» de hombres. Es tanto como dar un plus a la masculinidad.
Quieren ser «ellos» porque les parece que eso significa ser más. De manera que vestirse de rey mago no es acto baladí teniendo en cuenta que la Cabalgata no es un carnaval.
Luchar por la igualdad no pasa por travestirnos. Todo lo contrario. Pasa por defender nuestra identidad. Por eso tampoco comprendo a las mujeres que revindican disfrazarse de hombres en algunas fiestas populares como si disfrazarse de «gastador» o tamborilero tuviera algo que ver con los problemas reales de desigualdad Por no olvidarnos de aquella ministra de Zapatero, la inefable Aído que quiso convencer que decir «miembras y miembros» era una manera de acabar con el sexismo en el lenguaje.
Aquello fue una tontería solemne que sin embargo cuajó y ahí están nuestros políticos destrozando nuestro idioma en nombre de una supuesta igualdad, que en el caso del lenguaje raya en el ridículo. Ya saben, podemos terminar feminizando caballo como caballa.
Yo ante tanta estupidez me revelo. Por eso, porque la desigualdad que persiste en el mundo entre hombres y mujeres no se puede reducir a ese tipo de iniciativas que devalúan una causa que tiene pleno de vigor.
Lo que me sorprende es que algunas mujeres que han sido y son feministas secunden esas idioteces e incluso alguna haya llegado a decir que a lo mejor el Niño Jesús era niña….Un respeto por favor a la causa de la igualdad entre hombres y mujeres y que no pasa ni porque nos vistamos de hombres, aunque sea de rey mago, ni por feminizar el lenguaje destrozándolo de paso. Un respeto a la lucha por la igualdad.