Santiago López Castillo

Me dais pena

Me dais pena
Santiago López Castillo. PD

Mas llevaba tupé soberanista y Puigdemont, pelo sucio, grasiento, y desordenado. Uno y otro y trino en persona han perpetrado un desacato en toda la regla. Más exactamente, un golpe de Estado. ¿Como el de Tejero? El del militar fue de improviso, lo sabrá usted que estaba haciendo la transmisión para TVE. Y el de Cataluña se ha venido gestando desde hace más de diez años. ¿Y…? Que no pasa nada. El presidente del Gobierno sigue con el «no pasarán» y se han metido hasta cocina, que es una forma de intromisión suave pero ineducada y se han cagado en el Estado de Derecho sin más contemplaciones ni papel higiénico.

Me da pena y me dais pena vosotros, excelsos iluminados que de tanta libertad educativa que tuvisteis cambiasteis la historia y prohibisteis el uso universal de la lengua española a la que todos tienen el derecho de conocerla y usarla. Y os retrotraíais, ignorantes, a la época de Franco donde se decía que estaba prohibido el catalán, mentira podrida, lo que estaba prohibida era su cooficialidad, y su habla, todo hay que decirlo, era propio de los aldeanos o payeses. Cataluña, freedom, juntamente con el País Vasco (luego vendría lo de las regiones o nacionalidades, o sea, la hostia), fue el territorio español más favorecido en tiempos del Caudillo con su proteccionismo textil y desarrollo automovilístico, mismamente la SEAT, hombre del seiscientos. Mientras eso sucedía, en Extremadura se comían los mocos como pergaminos.

Y exclamo: ¡Me dais pena! Porque, aun siendo madrileño de pura cepa, he sentido y vivido en la piel, por muy cursi que resulte la expresión, esa tierra forjada por el pensamiento y la sien del labriego haciéndola excelsa en el litoral de la Costa Brava y en las montañas nevadas de Baqueira/Beret. Allí, además de mis grandes amigos, conocí a Josep Pla y a Salvador Dalí. Encuentros inmemorables. Que no se desvanecerán porque unos cafres resentidos y sin sentido quieren lanzar una coz a quienes profesamos un cariño especial por aquella región. Será cuando el alma huya y vuele lejos del corazón porque entonces éste se pudre de desamparo y pierde el interés por las cosas incluido el pensamiento melodioso.

– ¿Eso es la muerte?
– Ya queda menos…
No quisiera ver a estos fanáticos de la barretina y la tribarrada como a Lluis Companys en 1934 yendo a dar con los huesos en la cárcel. Pero tampoco me opondría.

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