Santiago López Castillo

Te lo juro por Arturo

Te lo juro por Arturo
Santiago López Castillo. PD

A veces me parecen pejigueras, pero su tesón y persistencia ante las irregularidades merecen reconocimiento y respeto. No se sabe quiénes son, aunque veladamente, se van identificando. Me refiero a Manos Limpias que son algo así como el sindicato contra el crimen organizado. Su última incursión ha sido la denuncia por prevaricación ante el nulo juramento del cargo, que emana del Estado, o sea, la soberanía popular, al no mencionar al Rey, la Constitución ni a cristo que lo fundó. La actitud de esta agrupación popular es loable porque van directos al desacato y a la ilegalidad mientras el Estado -con un Gobierno cobarde y por muy en funciones que esté- se refugia en el papeleo burocrático que es como el burladero de los malos toreros, y eso que yo soy un redomado antitaurino.

Ante el desprecio de la Ley con mayúsculas, el acatamiento podría haber sido te lo juro por Arturo. En un país permisivo y garantista vale todo. Se cambian voluntades por cromos; ojala, porque los cromos de chavales se vendían con ilusión en los quioscos populares por unos centimillos. El Casademont de Sardá o Puigdemont de Forcadell no es nada ni es nadie. Está en la última fila del rinchi o ringle. Quédese en alcalde de Gerona si es que prometió el cargo. Porque es un espectáculo esperpéntico lo que estamos viviendo desde las últimas autonómicas y municipales.

Pero ahí está el guapito de cara para torcernos el morro. Derecho a decidir, pásame tus votos, me vendo por quién sea incluida mi p. m., post meridian, claro, la otra abreviatura también vale. Fue Obama -se viene recordando en estos días- quien hubo de repetir su juramento en su toma presidencial al no corresponder a los cánones establecidos, pero eso sucede en un país serio y regido por auténticas normas jurídicas. Aquí, como se ve, se puede jurar por Arturo, Snoopy, Charlie Brown o por cualquier muñeco de feria. La fiscalía, entre tanto, se lo piensa, se lo sigue pensando, joder qué tormento, deja que el tiempo amarillee y se borre la memoria. Jurar, dice el catecismo, es poner a Dios por testigo, y, según la RAE, que también incorpora la definición bíblica, juramento es un acto solemne con fidelidad y obediencia.

Claro que esta banda enfundada en el atuendo de la irrespetuosidad ya no lo hace por imperativo legal, menos jurar que es verbo cristiano de fachas, sino porque su actitud es pasarse la norma por el forro de los cojones. En ningún parlamento serio (Spain is different) se permitiría el espectáculo del Palau de Cataluña y menos el del Congreso de los Diputados con «morcillas» y agregados propios de una cámara bananera. Por cierto, en Brasil una mujer fue multada por dar de mamar en público a su bebé. Aquí rige el vale todo y es que en España no cabe un tonto más, y cuando caen en la cuenta de que son tontos cum laude se llama a Pedro Sánchez o se refugian en la máquina tragaperras o hacen una regla de tres sobre el cálculo de probabilidades.

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