Fermín Bocos

Otro «caso aislado» de corrupción

Otro "caso aislado" de corrupción
Fermín Bocos. PD

Los saben los amantes de la novela negra: el cartero siempre llama dos veces. En este caso la Justicia. Hace años que la cúpula del PP nacional sabía de las andanzas non sanctas de algunos de sus correligionarios valencianos.

Lo sabían pero invocando la filosofía marianista de hacer como que la cosa no iba con ellos no tomaron a tiempo las decisiones que habrían expulsado del partido a quien hasta hace poco era nada menos que presidente del PP en Valencia y presidente de la Diputación Provincial, un personaje que se jactaba ante la prensa de ser intocable. Intocable pese a estar en el centro de la pomada que la Fiscalía Especial contra la Criminalidad y la Corrupción venía investigando desde hace tiempo.

De momento son 24 las detenciones y 29 los investigados bajo sospecha de haber organizado una trama para el presunto cobro de comisiones a partir de la adjudicación de obra pública. La indagación policial está allegando datos acerca de conexiones en el extranjero y el escrito del la Fiscalía habla de «organización criminal».

Cosas así no se organizan de la noche a la mañana. Lleva su tiempo. Años en este caso. Tiempo a disposición de políticos desaprensivos que utilizan sus cargos para enriquecerse. 140 coches de «alta gama» incautados.

Conversaciones grabadas que deslizan potentes indicios acerca de la participación en la cúpula de todo el entramado de la «Jefa», un dato que lleva a la prensa de la región a preguntarse si dicha apelativo señala a Rita Barberá, hoy senadora y otrora todopoderosa alcaldesa de Valencia. Varios de sus colaboradores de tantos años se encuentran entre los detenidos. Nombres que aparecían ya en otros sumarios por corrupción. Y, ante semejante panorama, ¿qué ha dicho el Presidente en funciones del Gobierno y presidente nacional del PP? Pues, lo de siempre. Balones fuera.

Son 50 los empapelados, pero para Mariano Rajoy estamos ante un «caso aislado». Dijo lo mismo respecto de la trama «Gürtel», «la Púnica» o el «caso Bárcenas», restando importancia de un escándalo que como los restantes casos de corrupción señalan con el dedo a su propia y nunca asumida responsabilidad política como presidente del PP. Un partido que tiene el dudoso honor de haber estrenado un tipo penal: el de partido investigado.

Bajo sospecha de obstrucción a la justicia, destrucción de pruebas y presunta financiación con dinero opaco de obras en su sede oficial.

¿Qué más debe salir a la superficie para que el ciudadano Mariano Rajoy se dé por aludido?

¿Puede ser él el llamado a impulsar la inaplazable lucha contra la corrupción como proclama sin desmayo la esforzada Soraya Sáenz de Santamaría? Parece que no. Y de eso se está hablando alrededor de los pactos para una cada vez más improbable investidura.

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