Jorge Bustos

«¿Necesitaremos pasar por el populismo para renegar de mesías comprados en Alcampo»

"¿Necesitaremos pasar por el populismo para renegar de mesías comprados en Alcampo"
Jorge Bustos. PD

Jorge Bustos asegura que le gustaría que llegase Podemos para acelerar entre los españoles que desean su llegada lo que será la mayor de las decepciones:

Por momentos, uno desea que gobierne Podemos para acelerar el «aprendizaje de la decepción» en que consiste la misma democracia, según Innerarity. Hay burbujas, como la inmobiliaria o la populista, que no se desinflan gradualmente: se pinchan cuando el principio adulto de realidad perfora el principio adolescente de placer. Atraganta a España una ilusión de cambio tan hinchada que los pedazos de promesa barata acabarán saltando hasta Bruselas como en una de Tarantino. O una de Tsipras.

Los libros de historia y las páginas salmón se inventaron para no tener que escarmentar siempre en carne propia, pero al censo electoral afluyen cada día nuevos ignorantes ayunos de imaginación (vaya si se puede estar peor) y sobrados de utopía. Si fueron precisos 40 años de franquismo para vacunarnos contra el extremismo de derechas, calculo que cuatro de populismo de izquierdas serán suficientes para aprender que las situaciones complejas no se arreglan con soluciones simples. Que «blindar» en la Constitución el derecho a un curro fijo y a una manta de cuadros en invierno no es lo mismo que crear empleo y regular el mercado eléctrico. Que los desahucios no siempre se pueden prohibir sin desproteger al propietario. Que la suciedad no se muda por cambiar el nombre a las calles. Que el paternalismo de Estado es el opio del pueblo en el siglo XXI, y que una economía esclavizada por el reparto de paguitas sustituye el Estado de Bienestar socioliberal por el «ogro filantrópico» que Octavio Paz descubría en los regímenes latinoamericanos.

Se pregunta sí:

¿Necesitaremos pasar por eso para renegar de mesías comprados en Alcampo? ¿Logrará la democracia domesticar al populismo o embrutecerá este a las instituciones? Serán incógnitas divertidas de despejar si don Sánchez, elegido por las bases y por ello el más básico de los líderes socialistas, persevera en su pacto de regreso.

Ahora bien. Esta ilusión populista, en su doble sentido de anhelo y de mentira, nace de otro estallido: el de la burbuja tecnocrática. En el momento en que Rajoy presenta una EPA indiscutible, también se le discute. ¿Por qué? Porque el marianismo, en el polo opuesto del populismo, no deja de representar una suerte de extremismo tecnocrático, de renuncia a la empatía que todo liderazgo que se quiera duradero debe dominar. El PP de Rajoy no ha sido un proyecto político sino una correduría de seguros, y aunque la economía española se ha beneficiado de un gobierno de técnicos, nadie entrega enamorado su voto a su dentista ni a su asesor fiscal. Cruel paradoja: el opositor Rajoy, tras aprobar con nota la materia económica troncal, acaba suspendiendo en el examen sorpresa de la política, que lo enfrentó a una marca comida por la corrupción y bloqueada por la afasia funcionarial.

Sentencia que:

Un partido en el poder no debe tan solo volcarse sobre problemas de orden gerencial: debe aspirar a construir un cierto modelo de sociedad, defendiendo una posición en la batalla de las ideas. Podemos combate por un proyecto social muy determinado. A esa arcadia siniestra el PP no opone otra cosa que una alarma fundada, pero escasamente sugestiva. Don Mariano arrasaría entre votantes como Pla, para quien vivimos en un valle de lágrimas corregido por un sistema de propinas. Pero en España ha bajado el número de sanos escépticos y ha crecido el de creyentes con baja tolerancia a la frustración que reclaman de la política lo que los niños esperan de la magia, y que no han descubierto todavía que la decepción es la premisa misma de la democracia.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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