La gran paradoja nacional es que el Rey se ha visto obligado a encargar Gobierno justamente a la persona que constituye el mayor obstáculo, el mayor freno para que se solucione la encrucijada política más dificil de los últimos tiempos. Paradojas de la política.
Que el encargo recaiga en la persona cuya sustitución o «apartamiento» lo solucionaría todo, o casi todo, dentro de la cacareada prioridad de las políticas sobre las personas.
Si Sanchez, el candidato que ha cosechado para el PSOE el peor resultado de su historia y que más dificultades ha puesto a la solución del enredo, fuera sustituído como ha sido cien veces sugerido, por los órganos de su partido, y que desafía y amenaza con entregarse al voto de totalitarios y/o separatistas, el bloqueo político de España estaría por fin solucionado. Con otro/a lider en el PSOE, Ciudadanos, el PSOE y el PP formarian el Gobierno más estable hoy imaginable, capaz de hacer frente a toda la plancha que tenemos pendiente.
Sin embargo, el hombre que ha cambiado en el rastro al auténtico Pablo Iglesias tipógrafo, fundador de su partido, por una mala falsificación china, venezolana e iraní, que ha venido cuestionando España por interés personal, ha ido dando saltos a ver a su Rey, al que frívolamente se pasa la vida escondiendo o criticando, para recibir el encargo.
La politica se ha convertido estos días en un pase de figurines cursis donde Rivera parece el único capaz de conservar un cierto aura de autenticidad. ¿Donde estaban los proyectos y programas que vienen antes de los sillones, según repite Sanchez el propuesto, antes de ser pospuesto?
Dónde estuvieron todo este tiempo antes de dar saltos por el patio del colegio ante la carambola a la que conducido su fracaso? Una traición a casi diez millones de españoles por parte de dos personajes que manifiestamente piensan en si mismos y es obvio no se han preguntado jamás qué cosa sea eso de los intereses generales.
