Santiago López Castillo

La otra Memoria Histórica

La otra Memoria Histórica
Santiago López Castillo. PD

Las noticias sobre nuestra Historia, con mayúscula, se contabilizan con cuenta gotas. Ello es achacable, en gran parte, al movimiento retro-progresista, o sea, caca de la vaca, la kultureta al poder, etc., que se encarga de ocultar los infinitos y legendarios episodios de la España gloriosa metidos en el zurrón del olvido de la nación más antigua de Europa, quinientos años nos contemplan, so memos.

Cuentan que está yendo muy bien de visitantes la exposición del Gran Capitán en el museo del Ejército sito en Toledo por obra y desgracia de José Mª Aznar cuando su sitio era Madrid junto al Casón del Buen Retiro y a dos cuartas del pacífico Museo del Prado. Desde septiembre hasta nuestros días han desfilado 116. 000 personas que calibraron, así, la obra del primer caballero del Renacimiento, o lo que es igual, Gonzalo Fernández de Córdoba en el quinto centenario de su muerte. ¿Y quién es este tío?, se preguntarían, entre otros, los indocumentados e indigentes Pedro Sánchez, el Guapo, y Pablo Iglesias, el Coleta, hijos ambos de la Logse, la ignorancia al poder y a ser posible el trono de la Moncloa.

En el mar de la mentira y el desconocimiento, dice el refrán ruso, sólo nadan peces muertos, y no es el error sino la mentira lo que mata el alma, según reflexión del maestro Unamuno. Si los Estados nuevos, como EE. UU. exhiben sus conquistas a pelo y a pluma, y todos somos John Wayne o Gary Cooper, qué vamos a decir de esta pandilla de ignorantes que sólo sueñan con destruir España. No quedan ni Carlos V ni Felipe II, ni, por supuesto, los Reyes Católicos. Es obra del fascismo. Calificativo que se extiende como la pólvora a lomos de esta banda de indocumentados y los perro-flauta se lo creen. Es la máscara, ahora que llegamos al carnaval, con que se ocultan las falsas pretensiones.

Circunscribiéndonos al Gran Capitán, también se ha tratado de reproducir sólo por esporas a Guzmán el Bueno o por coincidencia en el valor al general Moscardó. No existen. Están proscritos según la memoria histérica. Los que tuvieron la hidalguía y el honor de dar en sacrificio a sus hijos antes que perder su honor. Únicamente Aznar encargó a Fernando García de Cortázar una serie sobre los hitos más destacables de nuestra vasta España. Se emitió en TVE y enseguida fue calificada de facha, que es la palabra que el rojelío tiene en la boca. Qué no decir de Pío Moa o Ricardo de la Cierva, que son pasto de las llamas por el totalitarismo de extrema izquierda. Impera, desgraciadamente, y en consonancia con la indigencia cultural, la memoria histérica de ZP, Pedro Sánchez y Manuela Carmena arrancando rótulos de las calles de Madrid, falsificando la verdad, mientras en Italia se erige un monumento a los equivalentes de la División Azul que lucharon contra el comunismo en Rusia.

Nada hay más ridículo que un pequeño burgués disfrazado de redentor y pregonando necedades tercermundistas e intrascendentes. Son las que nacen de la frivolidad que rinde más culto a lo políticamente correcto que a la verdad que no se la quiere ver ni por el forro. Yo, de momento, antes de que me lleven a la hoguera guardo una Historia de España de segundo grado de ediciones Bruño que me abre los ojos. A ver si aprendo…

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