Ángel Expósito va a saco contra el chantaje de los separatistas al que tienen sometido a un PSOE que será capaz de vender su alma al diablo por una parcelita o un sillón en La Moncloa:
Es una más de tantas paradojas que trae consigo nuestra joven democracia. Llevamos cuarenta años soportando gili… sandeces inconcebibles en cualquier país de Europa, excepto Grecia, Portugal y aquí. (Tiembla Merkel… ¡menudo eje!). En España, ahora, es progresista pactar con antisistemas, pseudorrevolucionarios, comunistas disimulados y neonórdicos exbolivarianos. Pero lo peor es que en España, desde hace cuarenta años, es progresista pactar, ceder y reír las gracias a los nacionalismos. Y cuanto más excluyentes sean… más nos bajamos los «progre-pantalones».
Insiste en que:
¿Alguien se imagina esto en Francia, Alemania o Italia? Del «agrupémonos todos en lucha final» hemos pasado a pactar con la CUP, a pagar a Batasuna (o como se llamen) en el Congreso y a aguantar los escupitajos del independentismo catalán. «Cosas haréis que nos helarán la sangre», lloró doña Pilar, la madre de Joseba Pagazaurtundua, hace trece años. Pues en esas seguimos… y a peor.
Y sentencia:
Ya vale, hombre, ya vale. Lecciones de egoísmo e insolidaridad… muchas. Pero de progresía e igualdad… ni media. Los nacionalismos son la prehistoria. La globalización existe. Y mientras tanto, andamos aquí como paletos, mirándonos el ombligo, cediendo y cediendo… y a la vez, nuestros socios y nuestros competidores a mil por hora, pensando que somos unos catetos sin remedio. Muy progresistas, eso sí, pero muy catetos.
Pedro Sánchez ayer con el PNV y Rajoy con Albiol. Ingenuamente pensé que tras las pasadas elecciones dejaríamos de depender de los nacionalismos excluyentes. Otra vez me equivoqué. No hacemos más que mejorar.