Victoria Lafora

La pinza Partido Popular y Podemos

La pinza Partido Popular y Podemos
Victoria Lafora. PD

Quién lo iba a decir; el Partido Popular y Podemos, que no están de acuerdo en nada de nada, parecen compartir la idea de que la sesión de investidura a la que tendrá que someterse el candidato del PSOE, Pedro Sánchez, se lleve a cabo lo antes posible. Y juntos, como de mutuo acuerdo aunque supuestamente sin estarlo, tratarán de forzar la que es una prerrogativa del presidente de las Cortes, Patxi López.

Esta extraña coincidencia no es nueva entre el PP y la izquierda del momento. En 1995, Aznar y Anguita forzaron una especie de frente común –la llamada pinza contra el último gobierno de Felipe González– que ambos partidos justificaron afirmando que «nada les impedía coincidir para enfrentar una situación inviable».

En aquella ocasión las coincidencias se escenificaron con una reunión entre los protagonistas en la mismísima cafetería del Congreso de los Diputados. Hoy «la pinza» se fuerza en la distancia pero con un propósito muy similar: poner piedras en el camino del candidato socialista e impedirle llevar a cabo y con éxito sus negociaciones.

Y es que la coincidencia es clara. Tanto el Partido Popular como Podemos, o mejor dicho, tanto Mariano Rajoy como Pablo Iglesias, quieren una repetición de elecciones.

El primero habla de patriotismo y de interés general de España y el segundo de las prisas por poner en marcha un Gobierno que solucione los problemas más acuciantes que sufren las instituciones y las clases más desfavorecidas, pero ambos actúan exclusivamente a favor de sus propios intereses de partido. Y en el caso de Rajoy, con la que está cayendo, en su interés particular. «Patriotismo, pero siempre que sea él quien mande».

Y así las cosas, por muy buena voluntad y mucho oficio que pongan Rivera y Sánchez, va a ser muy difícil ahorrarle a una ciudadanía, muy harta por cierto, unas nuevas elecciones.

El último sondeo del CIS prevé, para esa repetición electoral, unos resultados muy similares a los actuales, con unos crecimientos ligeros tanto para el PP como para Podemos, que pasaría de tercera a segunda fuerza parlamentaria. Pero, aunque así fuese, dentro de unos meses nos encontraríamos con un escenario tan atascado como el que tenemos hoy.

O incluso, con las últimas oleadas de corrupción en Valencia que están abochornando al país, y con los diversos juicios que sobre estas cuestiones se celebrarán en breve, las expectativas del PP podrían verse seriamente perjudicadas, y eso a pesar del sólido suelo de un partido con una importante masa electoral ciertamente proclive a perdonar a los corruptos si son sus corruptos.

Y Pablo Iglesias tampoco debería olvidar que los españoles son muy listos y muy capaces de detectar quien ha sido culpable de los fracasos políticos, a pesar de los alardes y de los «postureos».

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