Federico Jiménez Losantos, en El Mundo, sacude a Mariano Rajoy por su inmovilismo, eso mismo que le ha llevado a ser relegado por el rey Felipe VI como candidato a conformar Gobierno:
Este año, en el que se cumplen cuarenta años de la Transición a la democracia, España puede reafirmar su régimen constitucional o liquidarlo como hizo Fernando VII con el Trienio Liberal -«los mal llamados años», decía, como si el tiempo pudiera anularse a voluntad o fusilar los relojes como enemigos políticos-. Por desgracia, la decisión está en manos de una facción del PSOE cuya propensión al guerracivilismo bolivariano prueban los ayuntamientos regalados a Podemos y cuya cursilería programática es de una indefinición digna de Bouvard y Pécuchet o Mortadelo y Filemón. Por suerte, el PSOE debe contar con el factor nacional y moderador de Ciudadanos y con un Rey que, pese a las trabas semigolpistas de Rajoy, está dispuesto a cumplir la letra y el espíritu de la Constitución. Puede que la letra del artículo 99, como decía ayer nuestro editorial, esté algo borrosa; pero el espíritu está claro.
Detalla que:
Tan claro como la voluntad de parar el reloj que Rajoy ha intentado imponer a Felipe VI y que recuerda lo que en 1976 le hizo a su padre Arias Navarro, último presidente nombrado por Franco, con el respaldo de la camarilla familiar del dictador y el ‘búnker’ del Régimen. Arias quería apurar sus cinco años de mandato. El Rey no se atrevió a nombrar presidente a Fraga, que con Areilza y Garrigues tenía un proyecto claro de transición democrática por etapas. Pero Arias torpedeó esa voluntad reformista con un tejer y destejer, un lío que pasó del ‘espíritu del 12 de Febrero’, a frenar en las Cortes el primer proyecto de libertad de asociación política. ¿Y qué quería Arias? ¿Frenaba la reforma porque tenía proyecto propio? ¿Era un nostálgico a lo Rodríguez de Valcárcel, causa indirecta del cruel alargamiento de la agonía de Franco para impedir su sustitución en la Presidencia de las Cortes por el ‘arquitecto de la Reforma’ Fernández Miranda? ¿O quería, como Girón, volver a la dictadura durísima de los 40?
Y concluye:
Pues no. Lo que quería ‘Ariasnavarro’ -todos unían los apellidos del llamado ‘Carnicerito de Málaga’- era seguir siendo Presidente del Gobierno. ¿Para qué? Pues para serlo, sin más. España tenía que ir hacia adelante o hacia atrás pero debía moverse. ‘Ariasnavarro’ estaba muy bien así. Como Rajoy ahora, no presionaba al Rey para hacer algo, sino para no hacer nada. Un año perdió España hasta que se fue.
