Raúl del Pozo

«La felicidad para la familia de Jaume Matas eran escobillas de váter a 370 euros»

"La felicidad para la familia de Jaume Matas eran escobillas de váter a 370 euros"
Raúl del Pozo. PD

Raúl del Pozo se ceba con la corrupción que abunda en nuestro país, empezando por el juicio del ‘Caso Noos’:

-Señor Matas: ¿recibió una llamada del Rey para favorecer a Iñaki Urdangarin?

-No.

Jaume Matas, ex ministro del Reino de España, presidente de las islas adyacentes, exculpó al Rey Juan Carlos I, al que antes había pringado. A pesar de ese gesto de fidelidad, asistimos al triunfo de la Justicia y también al de la envidia, que según Mendeville es una pasión útil, y tan natural como el hambre y la sed, que se descubre en todos los niños, en los caballos y en los perros. España es una plaza de la concordia mediática, aunque ahora no se guillotine a los miembros de la familia real como entonces, como cuando a María Antonieta se la enterró con la cabeza entre las piernas, después de llamarla Madame Déficit por sus gastos en collares, y de acusarla durante el juicio de haber incitado a su hijo, el Delfín, a cascársela. En estos días infantes y virreyes se sientan en el banquillo algo que no ha ocurrido en ninguna democracia europea, excepto la italiana. Los Pujol están procesados en Madrid, los infantes en Mallorca, mientras hace ejercicios de calentamiento Rita Barberá. Ha contado Matas que era Urdangarin el conseguidor y había que pagarle la mordida. Sentado en el banquillo puede hacer estremecer a su partido, aunque le pierda su ansia de lujo y esplendor. Lo que más encabrona a la multitud es el tren de vida de los Matas. Para algunos el paraíso es el sexo, para otros la salud, el alcohol y hasta una biblioteca. Para esa familia la felicidad eran botellas de Vega Sicilia, pelucos de oro y escobillas de retrete de 370 euros.

Y apunta que:

El epílogo de un reinado y de un sistema nos confirma que los partidos políticos se han financiado ilegalmente y que algunos políticos, conseguidores y tesoreros se han forrado. Pero al final muchos de ellos han acabado comiéndose el marrón. Albert Rivera exigió ayer a Mariano Rajoy un pacto nacional contra la corrupción para evitar que sigan chupando del bote los políticos y los barones. Para Podemos el problema no son los comportamientos individuales, sino las puertas giratorias y la complicidad entre el poder político y el económico. Esa estructura clientelar y corrupta ha terminado con parte de la clase dirigente en el banquillo como en Tangentópolis cuando miles de corruptos van a ser condenados. Aquí, como en Italia, ha triunfado la Justicia y también la envidia, como escribió Leonardo Sciascia cuando dijo que ese es un mal español, y por lo tanto un mal siciliano. Los españoles sienten dos pasiones: el afán de autodestruirse como puede comprobarse estos días y la envidia. Sciascia cita a Gracián que ya en su siglo adelanta que además de la justicia, la pasión de la envidia siempre anda entre nosotros. «Porque se quebrase el otro un brazo y se sacase un ojo, perdía él otro». Los Matas en su palacete construyeron un palacio de la chulería, de la provocación, como han hecho la mayoría de los ladrones del templo. Y al final, los fardones han terminado sentados en la silla donde se jiñó el gitano.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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