Víctor Entrialgo

La Confusión Española

La Confusión Española
Víctor Entrialgo de Castro, abogado y escritor. PD

El problema más importante de opinión pública hoy es distinguir que una cosa es limpiar España de corrupción con el imperio de la ley, investigando la financiación irregular de nuestros partidos políticos, y quienes dentro de ellos se han aprovechado a su costa ¿quien lo cuestiona?

Y otra muy distinta el futuro político de España. ¿O es que alguien cree que zanjada de cuajo mañana la corrupción, España sería un río de aguas cristalinas y transparentes, manarían arroyos de leche y miel, viviríamos en el mejor de los mundos, el hambre estaría resuelto, los problemas estructurales y políticos solucionados, los millones de parados trabajando, la educación y la cultura en perpetua edad de oro, el virus independentista resuelto y no propagado entre estas nuevas castas periféricas ávidas de desembarcar en el Estado, el déficit que Bruselas exige reducir, como compromiso contraído, condonado?

Yo pienso por el contrario, que erradicada la corrupción nada de esto se solucionaría porque son problemas de naturaleza distinta, que con ánimo de condicionar el gobierno algunos medios están mezclando interesadamente, confundiendo a una opinión pública de una España envidiosa que en su pecado esencial, después de su indolente consentimiento con la corrupción ahora disfruta viendo quemarse en la hoguera a unos cuantos condenados y si es infanta mejor.

Antes que resolver sus propios problemas, la gente prefiere Sálvame y un poco de carnaza para seguir columpiándose..

Por qué si no, extraños arcanos del destino, misterios del insondable, si la famosa corrupción viene de tantos años atrás nos la están sirviendo toda junta la semana en que se está intentando formar Gobierno? Y toda ella, -hados de la providencia judicial-, nos dan a toda velocidad, sólo la relativa a una organización?

Quienes se lo hayan llevado sea quien sea, que lo devuelva sin más dilación, en forma de fianza mientras llega la sentencia. Pero la limpieza de Madrid por donde debe empezar es por las calles que están llenas de basura y no se puede pasar.

Después por impedir que en un Palacio Consistorial puedan habitar individuos que no merecen tal dignidad, que levantan a los muertos y entierran a los vivos, insultando a la inteligencia y al personal, y haciendo de «La chorrada» la actividad municipal fundamental.

Estos personajes que con su vocación okupa y el sudoku electoral, sin prestigio ni mérito alguno, ni siquiera vida laboral, han irrumpido como elefantes en la cacharreria municipal, formados en asambleas con panfletos y pasquines para poder tuitear, indignar y confundir al país aún por formar con mensajes del peor gusto, incluso contra víctimas del terrorismo. Seres así ocupan magistraturas públicas. Jamás pensé que podíamos caer tan bajo.

Todo esto también ensucia la calle, el país y la convivencia. Pero es preciso distinguir entre la corrupción del dinero, la de los espíritus y la basura.

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