Santiago López Castillo

Doña Espe

Doña Espe
Santiago López Castillo. PD

A doña Esperanza Aguirre la conocí en carne y hueso en las pistas de Bqueira/Beret. Fue en el tránsito de ministra de Educación a presidenta del Senado por obra y gracia de Aznar. Le pregunté, de forma distendida, se entiende, que cómo debía de tratarla, si como titular del Gobierno aún o como regidora de la Alta Cámara. Nos echamos unos carajillos, pues, pese a su condición de condesa consorte, era mujer de pelo en pecho. Bragada. Impulsiva. Me acompañaba una arquitecta barcelonesa independentista que, al despedirnos de la política madrileña y española, me inquirió: «¿Ésta es la que sale en caiga quién caiga…?»

Nos volvimos a ver ya en el Palacio de la Marina Española donde me comentó que tras nuestro encuentro en Baqueira sufrió un desgarro muscular y hubo de ser intervenida. Yo, a la sazón, para poner las cosas en su sitio al lector, seguía siendo director de información parlamentaria en Cortes por TVE. Nuestra primera entrevista para «Parlamento» fue ante el maravilloso cuadro de «La rendición de Granada»(1882), de Francisco Granados, que de escolares admiramos en sepia en los libros de Historia. La izquierda inculta se mofaba de Esperanza Aguirre, no sé si porque era liberal o se cagaba en la puta madre de las izquierdas. Tuve el honor de recibir de sus manos el I Premio de Periodismo de la Constitución Española, en sesión conjunta del Congreso y el Senado.

En cuanto a su ejecutoria política, se ha dicho que era un verso suelto en el Partido Popular. Ambiciosa, caminante por libre y, en consecuencia, partidaria de la libertad individual. Nunca permitió que la tosiera nadie, pero algunos de sus incondicionales le echaran gargajos, recuérdese a Francisco Granados, no el famoso pintor sino el alcalde de Valdemoro o me lo llevo crudo y por eso estoy en la trena. Esperanza Aguirre lideró con éxito la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de la Villa y Corte, pero no fue de recibo -a la mitad del partido- abandonar el cargo regional porque sí aunque cosa distinta fue por motivos de un cáncer de mama que, a Dios gracias, superó.

¿Fue o no oportuna su dimisión como presidenta del PP de Madrid? Me alegra que me haga esta pregunta. ¿Su decisión responde a las investigaciones en la sede del partido o le marca el camino del exilio a Mariano Rajoy? La prudencia no ha sido nunca virtud de esta política que glosamos. Su enemistad con el presidente era manifiesta. No era la niña de sus ojos, incluso la viga ajena. Ella les ha dado con su dimisión más gasolina a los pirómanos de la ultra izquierda. Doña Esperanza Aguirre of Schwepps, qué bien habla inglés, está escuchando, de momento, el croar de las ranas y el castañeteo de las cigüeñas en las espadañas después de celebrar a San Blas.

– ¿Y llegados al limbo…?
Sólo la eternidad cuenta para el cielo y al infierno. Y para ver esos dos estrados, hay que ser valientes.

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