José María Carrascal habla de las constantes humillaciones e insultos del líder de Podemos al secretario general de los socialistas:
Pablo Iglesias ha humillado a Pedro Sánchez dos veces en las últimas semanas. Con contundencia y recochineo. La primera, cuando a la salida de su entrevista con el Rey presentó ante cámaras y micrófonos el gobierno del que sería vicepresidente, rodeado de sus hombres y mujeres para las principales carteras. Como si él fuera el primer ministro y Pedro Sánchez una figura decorativa, al estilo de los presidentes de muchas repúblicas. Pero con ser esto penoso para Sánchez, la presentación que el lunes Iglesias hizo de su programa de gobierno fue insultante para el PSOE, al ignorar todas las líneas rojas que su Comité Federal ha puesto para pactar e incluso extender la autoridad de su vicepresidencia al Centro de Investigaciones Sociológicas, al Boletín Oficial del Estado y al Centro Nacional de Inteligencia, nudos de la vida nacional y del funcionamiento del Estado. Sólo pensar lo que haría Iglesias manejando los hilos de los servicios secretos hace temblar no ya a la oposición, sino al propio PSOE, donde hay tantos misterios aún por aclarar. Por algo Felipe González dice que con Podemos nada de nada.
Detalla que:
La oferta ha sido recibida en Ferraz con tanto asombro como temor, pero siguen dispuestos -¡qué remedio!- a hablar con Podemos para crear un «gobierno de progreso». Todo dependerá de si Pedro Sánchez logra compaginar Podemos con Ciudadanos. De si Iglesias aplaza su exigencia de un referéndum catalán. De si los nacionalistas aceptan volver a la propuesta de mayor autonomía que Mas hizo a Rajoy, y este rechazó. De si el Comité Federal del PSOE acepta un gobierno con Iglesias como vicepresidente controlando del CIS, el BOE y el CNI. Ese no sería el «gobierno de progreso», sino de Podemos.
A primera vista, parece imposible unir voluntades y objetivos tan dispares, empezando porque Podemos no quiere dar oxígeno al PSOE, sino sustituirlo como principal partido de la izquierda española. Está también la advertencia de los nacionalistas de que la fase autonómica ha pasado. Quieren la independencia. Quedando por resolver la participación de Ciudadanos.
Aclara que:
Para alcanzarlo, Sánchez tiene sólo una oferta, aunque embriagadora: el poder. Aparte de un objetivo común a todos ellos: desalojar al PP del gobierno, no ya para la próxima legislatura, sino para unas cuantas y, a ser posible, para siempre, al representar un obstáculo a sus objetivos, sea la independencia para los nacionalistas, sea el programa de la izquierda para Podemos, sea el convertirse en referencia del centro-derecha para Ciudadanos.
Y se pregunta:
¿Bastará? Las apuestas están al cincuenta por ciento. Hay quien piensa que, a la hora de la verdad, Podemos se contentará con algo menos e incluso podrá diluir el referéndum de independencia catalán en una consulta más genérica. De momento, sin embargo, parece firme en tal demanda, inasumible para el PSOE. Lo que hace sospechar que lo que Podemos quiere realmente son nuevas elecciones, en las que espera sobrepasar al PSOE y librar con el PP la batalla definitiva por el gobierno de España. Iglesias va a por todas.
