Santiago López Castillo

Pedro Sánchez, el perdedor ambicioso

Pedro Sánchez, el perdedor ambicioso
Pedro Sánchez, secretario general del PSOE

Decía Cela, con su coña marinera, que a los perdedores se les asesina -aseveración que imputaba a un ente desconocido- y a los desahuciados se les olvida y se les entierra. Yo creo que una y otra afirmación era fruto de su tremendismo cachondo, imaginativo y fabulador. Porque, si viviera, no creo que al perdedor Sánchez, o sea, el mayor derrotado del PSOE, empleado de la planta de caballeros de El Corte Inglés, le mandara asesinar, pese a su cinismo político, el del tal Sánchez, su egocentrismo sin límites y mala educación con quien no le conviene, entiéndase Rajoy. A la gente del montón le entusiasma hacer leña del árbol caído, bien cierto es, pero el aspirante a presidente -pendientes de la mamandurria- está rodeado de unos serviles huecos de sesera y dóciles del partido según conveniencia y al que, de momento, arropan y veneran. A lo más, sin tratar de corregir al genial literato y encima amigo, le daría a este pollo iluminado un puntapié en el trasero por erigirse en ejemplo contra la corrupción y su formación política está inserta en más de seiscientas causas judiciales que la prensa y la propaganda socialista, ríase usted de Goebbels, tapona como un torniquete, más bien el muro de Berlín, marxista-leninista.

Ahí está. En la silla gestatoria. Mirando a la Moncloa. Sueña con ella. Le abstrae el firmamento de estrellas y de podemos. España le importa un huevo. Suma los puntos negativos para erigirse en salvador. Mismamente, el Valladolid o el Betis, que, pobres, se fueron en su día al sumidero pese a que las gargantas clamaban la permanencia en primera. El zapaterista cum laude roza con las yemas la Champions League. Le importa una higa que se celebre un referéndum en Cataluña sobre la independencia. El caso es pisar moqueta. Como en los Goya aunque fuera ataviado de paleto pueblerino, es que iba de moderno. Se apunta a un bombardeo. Persigue a las cámaras, a los retratistas, y muestra una sonrisa beatífica que asusta al miedo. Y cuando habla parece que bala el discurso de mitinero.

– ¿Sabéis por qué el PP…?
– Beeeeeee…..

Y busca el aplauso. Como los chicos de Podemos que se pasan el tiempo aplaudiéndose los unos a los otros por lo que podrían llamarse Aplaudimos o simplemente palmeros. Pero como aquí nos vamos de un lado a otro, las palmas se pueden tornar pitos. El jugador y prepador del Real Madrid Miguel Muñoz estuvo nueve temporadas cosechando títulos y fue echado del club por la puerta trasera. Sánchez acoge con abrazos al cuerpo el júbilo de los militantes igualito que los toreros. Lo malo será cuando los vítores se cambien por puntapiés, claro que las penas con pan son menos, lo mismo que le pasó a su docto e inepto Zapatero. Entonces caerá en la cuenta de que Rajoy merecía un respeto.

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