La Marea de Pérez Henares

Si no eres «progre» eres «marrano»

En España hay que extremar el respeto, en ocasiones hasta el ridículo lingüístico, con toda una serie de colectivos y formas de pensamiento. En ocasiones lo políticamente correcto llega hasta el paroxismo de no poder llamar siquiera a las cosas por su nombre. Calificar a alguien de gordo, y ya no digamos gorda, aunque pese doce arrobas en canal y sea simplemente una descripción objetiva, se considera una vejación delictiva que habría de penarse mucho más penada que tachar a alguien de “asesino” algo que ha de soportarse estoicamente y que es moneda común en redes, twitter, escraches, y manifestaciones de la izquierda rampante. No digamos si encima están dirigidas contra los cazadores. Entonces todo el colectivo adquiere la condición de genocida que habría de ser juzgado y exterminado añadiendo al Nuremberg un destino siberiano.

Lo dicho para el caso puede aplicarse, y exacerbarse hasta el paroxismo, si rozamos algunos ismos, como feminismo, ecologismo, islamismo y alguna condición sexual como la homosexualidad o el lesbianismo. La inquisición progre cae sobre ti con toda la furia de cien torquemadas al menor desliz, por muy inexistente que sea ya que basta y sobra con que a ellos se lo parezca. Vamos, igualito que aquellos los pecados, inventados y existentes tan solo en la cabeza del inquisidor, de que se acusaba a los judios medievales. Ridícula la acusación, pantomima el juicio, risibles las pruebas pero terrible la condena, el potro y la hoguera. Y encima te llamaban marrano de inicio y como entrada.

Pues ahora, por si no van cayendo en la cuenta, si no era progre, eres marrano. Y como tal debes andarte con exquisito cuidado de no incurrir en sus recelos, husmeos, inquisiciones y juicios. Que en realidad ya estas juzgado y condenado y solo es cuestión de tiempo que caigas y te descubras. Porque eres un “judio” y llevas impreso y de origen el pecado. Ahora eres un facha, un carca, o a punto de serlo y deslizarte al lado oscuro de la fuerza por no ser suficientemente progre o incluso, y simplemente, por no pensar y decir exactamente y sin separarte un milímetro lo que ellos consideran la verdad absoluta. O sea, la santa madre iglesia podemita fuera de la cual no hay salvación posible mientras que dentro de ella todo son ventajas y todo te será perdonado y consentido. Incluso podrás trasgredir las anteriores normas que a los demás han de aplicarse de manera estricta. Los fieles tienen bula. Incluso pueden ser plutócrata, rentista, ocioso vividor del cuento y hasta desahuciador. Si te pones el hábito progre y encima de color morado todo te estará permitido y todo te será perdonado.

La vara de medir es maravillosa para quien la tiene por el mango. Porque todo lo que es exigencia del respeto a sus ismos y libertades y a que estas puedan ejercerse de la manera que se desee y sin cortapisa alguna, se transforma de inmediato en pisoteo de cualquier derecho ajeno y de cualquiera que se les ponga por delante. Con un añadido, mientras que hay ismos con los que es delito un roce hay otros, por muy mayoritarios y sentidos que sea por una inmensidad de gentes, que no solo pueden ser vejados y aplastados sino que se pide aplauso para ello. El ahora mas en boga, moda a seguir y que puntúa mas que ninguno en el baremo de méritos, quizás con la excepción de comprender los 850 asesinatos de ETA y enaltecerles adoctrinando a niños, obviando hasta los ataúdes, es insultar de la forma más obscena y repulsiva que se pueda a los cristianos y, con premio, a los católicos. Eso es lo más progre que existe y gritar “Arderéis como en el 36” el mejor ejemplo y propuesta progresista de la Nueva Política.

El juicio contra Rita Maestre, asaltante confesa, aunque ahora un poco cobardica y renunciando a su papel de lideresa, de la capilla de la Complutense, y que ahora “vistas las consecuencias no lo haría” tiene mucho que ver con lo expuesto y con este clima que nos envuelve. Dejemos aparte incluso el hecho religioso, aunque desde luego, la “heroicidad” no se les ocurría hacerla en una mezquita, y entremos en la pura y neta libertad y respeto a las libertades. Dijo la prójima que no consideraba falta de respeto quedarse en tetas. No lo es en una playa. Pero es una violación de la libertad y los derechos de los demás hacerlo para ofender, para agredir a su creencia y a su culto. Es una flagrante violación de la declaración Universal de los derechos Humanos, aunque parece que estos traductores de los mismos suponen excluidos de los mismos a quienes ellos señalan como apestados, y que no son ni personas ni tienen derechos, caso por lo visto de cualquier cristiano.

En fin, que la mentira y la cobardía de Rita queda definida por un hecho.¿ Por qué, si no considera ofensivo el ponerse en bolas en una capilla católica, no concluyó su declaración haciéndolo también en la sala y ante el tribual que la juzgaba?. ¿Por las consecuencias?. Muy poco heroica nos ha salido esta muchacha.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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