Julia Navarro

35 años después desde aquel 23 de febrero

35 años después desde aquel 23 de febrero
Julia Navarro. PD

Empieza a hacer mucho tiempo de casi todo. 35 años han pasado desde aquel 23 de febrero en que un grupo de guardias civiles irrumpió en el Congreso secuestrando durante horas a los diputados como parte de la acción emprendida para dar un golpe de Estado.

Yo estaba allí. Era treinta y cinco años más joven, es decir era una joven periodista que asistía en primera fila en la tribuna del Congreso para contar la sesión de investidura de Leopoldo Calvo Sotelo. Y nunca, nunca, así que viviera eternamente podré olvidar lo sucedido.

La voz de Miguel Angel Aguilar diciendo «es Tejero» al ver a aquel grupo de guardias civiles con el entonces teniente coronel Tejero al frente irrumpir pistola en mano en el hemiciclo. Y el miedo profundo que se apoderó de todos los que estábamos allí. Tampoco se me irá nunca de la retina el valor de Adolfo Suárez, del teniente general Gutiérrez Mellado o del mismísimo Santiago Carrillo permaneciendo impertérritos en sus asientos.

Aún resuenan en mis odios los disparos que dejaron su huella también en el techo de la tribuna de prensa. ¡Ah! y las palabras de la gran periodista Pilar Narvión diciendo «fijaros bien niñas y apuntar bien la hora, esto es lo que los libros de Historia dicen que es un golpe de Estado». Las «niñas» éramos Susana Olmo y Charo Zarzalejos, y yo.

En la tribuna de prensa además de Pilar Narvión y Miguel Angel Aguilar, Raúl del Pozo, Jordi García Candau, Rafael Luis Diez, Raimundo Castro, Pepe Nevado….todos desconcertados, todos con miedo, todos preguntándonos qué iba a suceder, si aquél iba a ser el último día de nuestra recién recuperada democracia y el último día de nuestras vidas.

Si, hace 35 años de aquel episodio violento, y ya se sabe que los acontecimientos se conmemoran o se recuerdan cuando la fecha es «redonda»: veinte, treinta, treinta y cinco, cuarenta….

De manera que hoy al filo de ese recordatorio me viene a la memoria no solo aquel día nefasto, sino también como se hizo la «Transición», ahora denostada por unos cuantos «adanistas» que creen que son el principio de todas las cosas y que ponen reparos aquella obra monumental.

Me pregunto si la Transición hubiera sido posible con los políticos que tenemos ahora y no me gusta la respuesta porque creo que no, que no habrían sido capaz de estar a la altura de aquellas dificilísimas circunstancias. ¿Dónde están hoy los Santigo Carrilo, Adolfo Suárez, Felipe González, Pérez Llorca, Roca Junyent, Paco Fernández Ordóñez, Joaquín Garrigues, Xavier Arzallus, Solé Tura, Marcelino Camacho, Simón Sánchez Montero, Ramón Rubiales, López Albizu, etc?. Ni rastro de líderes de su temple.

Cuanto más pienso en cómo se hizo la Transición más convencida estoy que debemos de sentirnos orgullosos de ella.

Si, se hicieron las cosas razonablemente bien y gracias a lo que se hizo tenemos una Constitución que ha sido un marco de convivencia en el que se garantiza los derechos y libertades, donde todos tenemos cabida.

Hace treinta y cinco años un grupo de desalmados intentó cercenar ese camino que consolidaba la democracia y la libertad. Fallaron en su intento gracias también a la actitud decidida del Rey don Juan Carlos.

Treinta y cinco años después, aquél 23 de febrero ha quedado impreso en los libros de Historia. No nos olvidemos de donde venimos.

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