Manuel del Rosal García

Política Virtual

Política Virtual
Manuel del Rosal García. PD

Nada más lejos de la realidad cotidiana que nos envuelve que esta nueva política virtual que ciega a los ciudadanos con un óculo de manipulación y mentiras.

El filósofo y escritor francés J.F. Leroy decía esto: «Twitter te hace creer que eres sabio, Instagram que eres fotógrafo y Facebook que tienes amigos. El despertar va a ser duro» Murió en 1999, uno se pregunta qué diría hoy de la realidad virtual.

El Mobile World Congress ha presentado sus últimas propuestas sobre realidad virtual. Las fotos de los hombres y mujeres con ese artilugio llamado óculo puesto ante sus ojos, como si de burros con anteojeras se trataran, para que no se salgan de la linde preestablecida por estos señores de las nuevas tecnologías, al menos a mí, me produce escalofríos.

Nos quieren llevar como a recuas a punta de tralla y lo van a conseguir. Mediante la realidad virtual ese mileurista subirá al Himalaya, alcanzará la Luna, hará el amor con su actriz favorita, bajará a las profundidades abisales del mar, conocerá países remotos…

Cuando se quite esas gafas y ponga de nuevo sus pies sobre la tierra, la auténtica realidad, la que palpas, la que roza tu piel le hará sentirse mal porque por mucho que queramos escapar de la realidad, esta es terca, tozuda y no cede. Lo que todo hombre debería hacer es lo que siempre se ha hecho: reconocer la realidad, enfrentarse a ella e intentar cambiarla por otra realidad que nos haga más felices.

Conocedores de que el mundo actual no da la felicidad, los manipuladores de siempre, amparados y apoyándose en las nuevas tecnologías, nos ofrecen mediante los aparatitos que ellos diseñan, fabrican y nos venden a los precios que les da la gana, la posibilidad de alcanzar una felicidad de plástico y circuitos; una felicidad falsa, fría, oscura, repleta de soledad porque no se comparte.

Todos, hombres y mujeres, buscan la felicidad, la realización de sus sueños en las entrañas de unos aparatitos que funcionan con botoncitos. No saben que, desde siempre, la felicidad no está en esas entrañas metálicas, sino en nuestras entrañas; la felicidad está dentro de nosotros mismos.

Los políticos, ávidos de cualquier novedad que les sirva para alienar a las masas y poder así manipularlas más fácilmente, han descubierto la realidad virtual. Sánchez, Rivera e Iglesias son jóvenes y conocedores de las nuevas tecnologías. Muy atentos a ellas han descubierto el maná de lo virtual.

Los tres vienen aplicando esa realidad virtual a su política desde la campaña, en las elecciones y después de ellas. Esa realidad ha alcanzado cotas insuperables durante los más de dos meses que estos políticos de nuevo cuño – no por eso mejores políticos – llevan poniendo delante de los ojos de los ciudadanos ese óculo, esa gafa que distorsiona la realidad y presenta ante los ciudadanos una realidad política holográfica, tridimensional, en tecnicolor, pero más falsa que un billete de 30 euros.

Lo tenían, tenían el acuerdo hecho desde las elecciones. Se las prometían muy felices. Rivera – ¡vaya con el niñito! – y Sánchez -¡vaya con el progresista! – echaban y echan espuma por la boca escupiendo la corrupción del PP olvidando que la corrupción más gorrina, más sucia, más abyecta está en Andalucía con los ERE, a pesar de lo cual Rivera apoya a Díaz y Sánchez proclama los cien años de honradez del PSOE, pero ni un minuto más, como se decía antaño. Iglesias, en un aparte; envía mensajes virtuales al personal sobre el «todo gratis».

Más de dos meses de política virtual alejada totalmente de los problemas de España y de los españoles y orientada a alcanzar el poder. Los españoles caminamos por las virtuales calles de un país virtual que Sánchez, Rivera e Iglesias nos lo presentan detrás de las virtuales gafas.

Caminamos como recuas a las que conducen a punta de tralla estos nuevos políticos virtuales, pero con ideas muy reales de cómo alcanzar el poder, sin importarles que, mientras los ciudadanos vivimos en la idiocia virtual, ellos viven en la realidad tangible de tocar el pelo del poder como sea.
Esperemos que la realidad virtual que estos nuevos políticos nos quieren implantar no haga a los ciudadanos perder el norte de una realidad cierta y tangible.

Esperemos que así sea, porque si no, cuando nos quiten las gafas – óculos que nos están llevando como a burros con anteojeras y caigamos del caballo como San Pablo, puede que sea demasiado tarde.

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