Laureano Benítez Grande-Caballero

Los requetés de Spiderman (o el crimen del Cuenca)

Después del ataque fallido a la Semana Santa sevillana, los podemitas continuaron su persecución a los católicos pretendiendo eliminar a San Fermín de las fiestas de Pamplona

Los requetés de Spiderman (o el crimen del Cuenca)
Laureano Benitez Grande-Caballero. PD

Señoras y señores: con ustedes… ¡Armando Cuenca! Otra criatura podemita, ante la que hay que frotarse los ojos para comprobar si estamos o no en medio de una pesadilla, o en la mazmorra oscura de cualquier sanatorio psiquiátrico.

Pero éste es un ejemplar de los buenos, de los superlativos, de la estirpe Moneydero ¡y más alláaaa!… Un pura raza, para decirlo en plata, ya que en cristiano no se puede, al que dan ganas de anteponerle al nombre eso de «And the Oscar goes to…».

Pues resulta que este extremeño, concejal del Ayuntamiento de Pamplona por el colectivo Aranzadi-Podemos, ha pretendido nada más y nada menos que cargarse a San Fermín, lanzando la propuesta de que la procesión de San Fermín del día 7 julio pasara a llamarse «Desfile del Día Grande», y que la Procesión de San Saturnino, patrón de Pamplona, del día 29 de noviembre pasase a llamarse «Desfile de Iruña-Pamplona». Su objetivo era que se eliminasen las imágenes religiosas de los actos oficiales del Consistorio. O sea, hacer unos sanfermines sin San Fermín, igual que los ahoramadriles van a hacer una Semana Santa sin Semana Santa.

¡Pero qué manía la de esta chusma atea de cambiar el nombre de las celebraciones católicas para burlarse de los creyentes! Además de perversa, esta obsesión es ridícula: sería puro cachondeo hacer los «encierros desfiledeldiagrande», los «iruñeaencierros» o, imitando las carmenadas, los «encierros de festividades», colocando también en la fachada del Ayuntamiento pamplonica aquello de «Encierros welcome».

El caso es que Pamplona ha tomado el testigo del Tetuán madrileño a la hora de parir siniestras patochadas. Cuna del derechoso y regionalista UPN, la ciudad ha caído en manos de una devastadora invasión de indepes y radikales, cuya conjunción planetaria ha generado continuas agresiones a la fe de los creyentes: en las pasadas Navidades, unos energúmenos -probablemente de la misma cordada del Armando- destrozaron el belén gigante de la Taconera; el pasado noviembre, el obsceno giliartista Abel Azcona montó una exposición blasfema con hostias consagradas en la ciudad con el consentimiento del Consistorio, presidido por Joseba Asirón, de Bildu. Y ahora esto.

Pero hay más, ya que el colectivo Aranzadi también propuso quitar los vestidos de gala de los concejales porque «obligar a las concejalas a llevar falda es sexista» (sic ¡?), y porque los trajes «evocan el imaginario burgués decimonónico que perpetúa la cosificación sexual» (sic ¡?). Ole y ole.

Pero, ¿es posible tanta estupidez? Aunque hay una solución contra esta agresión machista: que lo concejales lleven falda escocesa, y así todos content@s.
Mas no es de extrañar esta reivindicación contra las cosificaciones sexuales, en un colectivo tan fuertemente marcado por la genitalidad femenina insumisa, y tan obsesionado por hacer de la indumentaria un arma contra el sistema. El tal Armando tuvo la ocurrencia de desfilar durante la tradicional ceremonia pamplonica del Privilegio de la Unión con una camiseta de «Spiderman», para protestar contra la burguesificación que supone el protocolo que obliga a los miembros de la corporación a asistir en traje de gala, normalmente frac y sombrero de copa.

Menos mal que estas delirantes propuestas no fueron tenidas en cuenta ni tan siquiera por los socios de Aranzadi en el Ayuntamiento, recibiendo duras críticas incluso por parte de Geroa Bai. Pero eso no fue óbice para que el maleducado y malencarado Spiderman amenazara con desobedecer, diciendo que «me reservo el derecho a la desobediencia, e iré a los actos oficiales como me venga en gana». O sea, que puede ir en bolas chinas.

Dios mío, ¿qué hemos hecho para merecer esta caterva de impresentables? ¿Qué ha hecho Pamplona para ser mancillada por esta carretada de memos?: Pamplona, patria de los requetés, heroicos defensores de la religión católica y martillos de marxistas. En su lugar, tenemos ahora a los «requetetontos», a los «requeteprogres».

Sí, Pamplona: quien te ha visto, y quien te ve. A propósito de esto de ver, viene al caso comentar el curioso origen del nombre «requeté». Resulta que durante la Primera Guerra Carlista, en el otoño de 1833, había cuatro batallones, que se identificaban con motes, siguiendo la ancestral costumbre navarra.

Durante la contienda, el tercer batallón, debido a las escaramuzas y a los matorrales de las montañas navarras, tenía la vestimenta en un estado tan penoso, que los otros batallones se burlaban de ellos, cantando: ««Tápate, soldado, tápate, que el culo se te ve». Sin embargo, cuando entraban en un pueblo, cambiaban la letra con el fin de no escandalizar las mujeres: ««Tápate soldado, tápate, que se te ve el requeté».

En la Ordenanza del Requeté, escrita por el Coronel Varela, se decía que el requeté era «Soldado de la Fe y de la Santa Causa Tradicional», y que la fe «fundamenta todas las virtudes del soldado «Boina Roja» […] Refuerza el espíritu con el culto a Dios. Sírvele siempre. Muere por Él, que morir así, es vivir eternamente. Ante Dios, nuca serás héroe anónimo. La Tradición, habla a tu alma, purifica tus sentimientos y te acerca a Dios. Ella, enseña a amar a la Iglesia. Se siempre Católico práctico, con conocimiento claro de los que Dios desea para servirle, que es el fin esencial. Tú, Soldado de la Tradición, habrás de tener puesto en el Reino de Dios».

Si, Pamplona, quién te ha visto y quién te ve: pasaste de las «boinas rojas» a las camisetas «Spiderman», con lo cual a estos batallones de giliradikales habría que llamarlos «Los requetespidermanes», cuya única política es provocar a los católicos, y a los que, además del culo, se les ve ya claramente la pezuña luciferina, requeté que muestra a las claras a qué Señor sirve.

Era lógico que Armando Cuenca intentara liarla Armando en Pamplona el «crimen de Cuenca», asesinando al mismo San Fermín de un txupinazo alevoso ante las narices de sus devotos pamplonicas. Y es que hay nombres que lo dicen todo, pero no me negarán que algo así como Armando Bronca, o Armando Camorra le pegarían muy mucho a este impresentable.

También es lógico que se produjera un ataque a los sanfermines, si tenemos en cuenta que ya se han atrevido con la Semana Santa sevillana, fortaleza católica donde se guarda la reserva espiritual de España. ¿Qué será lo próximo? Por ahí tenemos las fallas valencianas, con un Ayuntamiento podemizado, y además con mucha pólvora y muchas hogueras, sumamente tentadoras para los herederos del 36, como bien nos recordó la pirómana Maestre.
Y aún nos falta soportar el infumable fárrago de los animalistas sobre los toros sanferminescos. Así que la ofensiva contra la tradición de los sanfermines – perteneciente por derecho propio al patrimonio de España- será por tierra, mar y aire: un contubernio de antitaurinos, antiespañoles y anticatólicos.

Yo, la verdad, aceptaría quitar a los toros de los encierros, pero para poner en su lugar una estampida de bisontes o de búfalos cafres imposibles de torear que se llevara por delante esta gentuza provocadora y cojonera. Aunque mi verdadero deseo sería el de ver a los pamplonicas con un periódico en la mano atizando de lo lindo a esta chusma por las calles de Pamplona, para luego encerrarlos no en una plaza, sino en una mazmorra lúgubre, o en el sanatorio psiquiátrico del que nunca debieron haber salido.

Así que: Pamplonicas, ¡Viva San Fermín!

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