Raúl del Pozo

«Si tenemos que esperar hasta otoño sin Gobierno quizás seamos felices»

"Si tenemos que esperar hasta otoño sin Gobierno quizás seamos felices"
Raúl del Pozo. PD

Raúl del Pozo recuerda que esta situación que tenemos en España, donde estamos ‘desgobernados’, ya la padeció Bélgica durante año y medio y, sorprendentemente, las cosas funcionaron mejor que nunca. Igual hay que copiar el ejemplo:

En Bélgica estuvieron 541 días sin Gobierno y apenas notaron la ausencia. La gente iba con las manos en los bolsillos dando patadas a los botes. Un ciudadano educado sea belga, italiano o hispano es el que sabe gobernarse a sí mismo. Aquí estamos sin Gobierno desde Navidad, la cuesta de enero nos resultó más leve; y de momento nadie nota la ausencia, aunque quede el sucedáneo del Ejecutivo en funciones. Se teme que el bloqueo que se hacen a sí mismos los partidos pueda alentar la fuga de capitales, amenazar la estabilidad del euro y aumentar la desafección política, pero yo noto cierta alegría en los semblantes de la gente cansada de ministros que mandaban demasiado. Ministros que ante la corrupción decretaban cada semana medidas inútiles para evitarla, y algunos políticos que dieron tantos palos que podrían hacer el papel de Barrabás en las procesiones de Semana Santas. Viviremos con suerte todavía unos meses sin la coacción del Estado, una primavera sin Gobierno, aunque me temo que en vísperas de mayo, mientras el Gobierno prepare el decreto de nuevas elecciones le sorprenderán con la jota valenciana más que con el fado portugués.

Destaca que:

En estos días de vacaciones para los ciudadanos, los políticos se dedican al fanatismo de lo pequeño, a la beatería gauche patosa, a la prosopopeya demagógica. Algunos están convirtiendo la causa justa de las mujeres en espectáculos kitsch. Quieren quitar la palabra diputados al nombre del Congreso por considerar el género masculino una agresión sexista y van a vestir con faldas la silueta que anuncia el cambio de luz en el paso de peatones. En cualquier discurso político se escuchan los circunloquios de ellos-ellas-nosotros-nosotras, sin hacer caso alguno a las instrucciones de la Real Academia sobre las acepciones genéricas. Una marea de ñoñez, cursilería e ignorancia azota a los progres, verdaderos engendros de la izquierda. Se ponen de moda las comuniones laicas y los oradores bujarrones. Pero quitando esas provocaciones de las señorías ociosas, estamos encantados de que, por lo menos, no nos gobiernen. Ojalá no tengamos que soportar al ogro filantrópico cebado por una casta que termina eternizándose en el poder, sableándonos, prohibiendo y dándonos la lata. Si tenemos que esperar hasta otoño sin Gobierno quizás seamos felices.

Y subraya:

Una vez escribí sobre la felicidad de vivir una primavera sin Gobierno y me acusaron de «cantar el júbilo Silvano». No sabía si me insultaban hasta que me enteré de que Silvano, era el rey de la selva, el dios de los bosques, siempre con un ciprés o un pijo en la mano. Posiblemente algún día evocaremos con melancolía aquel marzo de idus, -la nieve, el granizo- cuando las golondrinas venían y se iban los tordos, los árboles empezaban a dar sombra y jilgueros, anidaban las cigüeñas en las torres, dominando los naranjales en flor, y nosotros nos merecimos no tener ningún Gobierno durante unos meses felices.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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