José María Carrascal

«Lo peor de Sánchez es el ridículo, la falta de cabeza, de sentido común»

"Lo peor de Sánchez es el ridículo, la falta de cabeza, de sentido común"
José María Carrascal. PD

José María Carrascal tilda de niños a los dirigentes de Podemos, Ciudadanos y, especialmente, PSOE, con un Pedro Sánchez caprichoso a más no poder:

La mayor diferencia entre niños y adultos es que el niño no distingue entre «querer» y «poder», mientras el adulto lo distingue perfectamente. Lo que antes llamaban «llegar al uso de razón»: saber diferenciar el deseo de la capacidad. Al niño le basta querer algo para creer que es suyo. El adulto sabe que se da muy pocas veces. Nuestro problema hoy es que la última hornada de políticos parece no haber traspasado ese umbral.

El mejor ejemplo es Pablo Iglesias. Ya haber elegido para su formación el nombre de «Podemos» resulta revelador. Para «asaltar el cielo» (gobierno) basta con quererlo. Y si alguien se cruza en el camino, se le elimina, y en paz. Más infantil no puede ser. Aunque puede funcionar en un aula universitaria. Donde no funciona es en la política, arte, no de lo deseado, sino de lo posible, limitado por la realidad: «lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible». Pablo Iglesias, a hombros de una indignación legítima de los españoles, pero más visceral que racional, ha atravesado barreras que se creían infranqueables. Pero ya puesto a hacer realpolitik, es decir, no en los platós la televisión ni en los mítines, sino en el Congreso, ha encontrado resistencias inesperadas, incluso a su lado. Las ha salvado remedando a Luis XIV: «El partido soy yo». Que pueda seguir haciéndolo en democracia es improbable.

Añade:

Otro que tal es Albert Rivera. Apostó por Sánchez siendo la «marca blanca del PP», y se está convirtiendo en «la marca blanca del PSOE», que, además, corteja a Podemos y a los independentistas. Con lo que puede Rivera encontrarse el día menos pensado compuesto y sin novio.

Pero quien más infantilmente ha actuado es Pedro Sánchez, que tras haber perdido las elecciones y dos votaciones de investidura, se ha lanzado a una carrera desenfrenada como si fuese ya presidente del gobierno. Puede que se sienta inpectore, pero como no lo es, se fue a Portugal a buscar la fórmula de un gobierno de izquierdas, encontrándose con que tiene que pedir ayuda a la derecha para gobernar. De allí, a Cataluña, en buscar el respaldo de los separatistas. Encontrándose con lo previsto: que le exigen su apoyo para separarse.

Y aclara:

Aunque nada puede compararse a su ida a Bruselas a pedir a Tsipras para que le ayude a convencer a Iglesias de que le apoye. Ya conocen la respuesta, que no podía ser otra: Tsipras nunca traicionará a su amigo Pablo. Lo peor es el ridículo, la falta de cabeza, de sentido común. ¿Se imaginan el estupor de los reunidos en Bruselas para resolver una de las mayores crisis de la UE, al ver llegar a un gimebundo que pide ayuda para ser presidente de su país? O preguntándose ¿quién quiere un presidente así?

«Quien con niños se acuesta, húmedo se levanta», reza el refrán. De acostarnos con niños, los españoles nos levantaremos necesitando una ducha.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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