Pedro Calvo Hernando

Están pasando demasiados días

Están pasando demasiados días
Por la acogida a los refugiados Agencias

En pleno escándalo mundial del triunfo xenófobo de la autoridad europea contra los refugiados, viene muy bien el gran suceso de la visita de Barack Obama a La Habana, después de más de 50 años de enfrentamiento entre USA y Cuba, que ha alimentado este medio siglo largo una de las situaciones más canallas contra un país pequeño e indefenso y una resistencia del castrismo frente a la presión mundial por la democratización del régimen.

Ha tenido que ser la decisión de un político extraordinario como el presidente americano para empezar a poner fin a tan prolongada y vergonzosa historia.

Es innegable que la deriva de la revolución cubana hacia la dictadura que todos los demócratas hemos lamentado constituye una de las realidades más impresentables de las últimas décadas históricas.

Pero mucho más lo ha sido la persistente y gravísima injusticia del aislamiento provocado, del embargo y del siniestro maltrato a la isla y sus habitantes que han tenido que pagar los platos rotos sin comerlo -literalmente- ni beberlo, pese a la suprema injusticia que todo ello ha conllevado.

Para España, dados sus vínculos históricos, culturales y humanos con Cuba, esta situación ha venido siendo especialmente dolorosa, con el agravante de que no fue precisamente el franquismo el único o el peor de los culpables de esos dolores.

Deseo ardientemente no tener en el futuro que dar marcha atrás en estas apreciaciones, sobre todo si fuese por una previa marcha atrás del presidente y el Gobierno que vengan en USA dentro de nueve meses o por una malhadada cerrazón de las autoridades cubanas frente a los vientos de la Historia.

Digo esto altamente preocupado por la terrible crisis de xenofobia que estamos sufriendo en Europa y que permite alimentar dudas y temores de toda índole en el plano de las relaciones -o no relaciones- internacionales, pese a que la tal crisis venga alimentada sobre todo por el desgarro de las instituciones europeas y sus dirigentes, sin que la actitud del Gobierno español sea como algunos habíamos creído, ingenuamente, que sería.

Por cierto, aprovecho para apoyar a todos los que exigen a las fuerzas del cambio que comiencen el mismo cambiando radicalmente su postura en el vital problema del actual desgobierno de España.

Empieza a ser suicida la ineptitud y la irresponsabilidad de esas llamadas fuerzas del cambio a la vista de todo lo que sucede y todo lo que se teme. Deseo ardientemente que lo que acabo de escribir pase a ser obsoleto en cuestión de horas.

Lo que nos jugamos no necesita más explicaciones ni más justificaciones. Ya están pasando demasiados días desde que empezamos a decir que están pasando demasiados días.

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