Manuel del Rosal García

¿Cuántos muertos necesitas Europa?

¿Cuántos muertos necesitas Europa?
Manuel del Rosal García. PD

«Europa es un soldado dormido sobre su mochila» Raúl González Tuñón, escritor, dramaturgo y periodista argentino

¿Cuántos muertos necesitas que te pongan sobre la mesa, Europa? ¿Cuántos cuerpos reventados de hombres, mujeres y niños?

¿Cuántas víctimas inocentes? ¿Cuántos ríos de sangre han de correr por tus calles? ¿Cuántas familias rotas? ¿Cuántos heridos en las camas de tus hospitales? ¿Cuántos lisiados? para que despiertes de tu letargo, de tu inacción.

¿Cuándo vas a convencerte de que esta guerra no se gana enarbolando el Estado de Derecho frente a las bombas, a la dinamita, al sectarismo, a la barbarie…? Ellos saben a la perfección que nuestra desunión, nuestra indecisión, nuestras dudas, nuestra falsa percepción de lo que está ocurriendo, nuestra falta de coraje y nuestra cobardía nos impide hacerles frente.

Ellos saben que mientras haya europeos miserables que, no solo se muestran tibios en condenar semejante masacre, sino que incluso llegan a justificarla, podrán caminar tranquilos por las calles de las ciudades que unos días después harán volar por los aires. Estos malnacidos – me refiero a los asquerosos tibios que no se pronuncian e incluso justifican la muerte de inocentes – creen que ellos se escaparían a la barbarie de los yihadistas, sin recordar que antes de Bruselas fue Bataclan, y antes Charli Ebdo, y antes Bali, y antes Inglaterra, y antes España, y antes Estados Unidos, y antes…

Veinticinco años llevan azotándonos, matándonos, degollándonos, mutilándonos, masacrándonos y después de cada batalla ganada por ellos oímos siempre las mismas palabras de los políticos en discursos que son pura logomaquia. Pero eso sí, Europa vuelve una y otra vez a abrir sus puertas para dar entrada a todo y a todos demostrando en un ejercicio de ese buenismo y relativismo que asola a Europa.

Porque esos asesinos entran en Europa, viven en Europa, trabajan en Europa, estudian en Europa, disfrutan de las ventajas sociales de Europa y, llegado su momento, MATAN EN EUROPA. Es entonces cuando Europa, despertando de su letargo, se da cuenta de que los derechos para todos, la relatividad, la igualdad, la tolerancia, lo políticamente correcto son incapaces de hacer frente a la determinación asesina y destructora de quienes quieren acabar con nosotros; que nos han ganado otra batalla de esta guerra, que en nuestras calles vuelven a correr ríos de sangre arrastrando un reguero de cadáveres de hombres, mujeres y niños inocentes.

Los políticos entonces levantan la voz, pero no levantan la mano, los ciudadanos lloran como plañideras y emplean sus energías en enviar mensajes de condolencia para dos días después, los unos y los otros olvidar tanta muerte y tanta destrucción. Durante un breve tiempo Europa vuelve a la normalidad, es decir, vuelve a adormecerse, a aletargarse, a anestesiarse, a mirarse plácidamente el ombligo.

Mientras, los malnacidos, desalmados, fríos y calculadores asesinos, amparados una vez más en la inacción de Europa, realizan una nueva carnicería para que la sangre se deslice de nuevo por las calles de las ciudades de Europa, para poner encima de la mesa de Europa, encima de la mesa de los padres de Europa un montón de nuevos cadáveres. ¡CUANTOS MUERTOS NECESITAS QUE PONGAN SOBRE TU MESA, VIEJA Y ACOBARDADA EUROPA! Cuantos, para que despiertes de ese letargo que puede acabar contigo.

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