Xavier Vidal-Folch

Los atentados de Bruselas: A la yihad en taxi

Los terroristas de Bruselas imposible: pidieron un vehículo grande; como llegó uno pequeño, devolvieron a su piso uno de los bultos

Los atentados de Bruselas: A la yihad en taxi
Brahim El Bakraoui, su hermano Khalid y su cómplice Najim Laachraoui. EP

Más incógnitas: si los policías belgas son tan estúpidos, ¿cómo lograron que un amigo de Abdeslam le traicionase y les pusieran en pista de su paradero?

El artículo de Xavier Vidal-Folch en ‘El País‘ del pasado 25 de marzo de 2016 aclara tantas cosas y enfoca el drama ocurrido en Bélgica de una manera tan directa, que por el interés de los lectores creemos que es obligado reproducir sus principales fragmentos.

La tesis de partida de Vidal-Folch es que sabemos poco y se especula mucho, pero que los datos que ya tenemos ponen en cuestión a los (presuntos y súbitos) expertos:

Lo más chocante de la logística en las masacres de Bruselas es que el subgrupo que atentó en el aeropuerto de Zaventem se desplazara hasta ahí en un taxi. Más primario, imposible: pidieron un vehículo grande; como llegó uno pequeño, devolvieron a su piso uno de los bultos ya cargados con explosivos.

¿Acaso no se necesita amplia intendencia, minuciosa planificación, sofisticada logística? Los terroristas directamente involucrados no fueron veinte, sino cuatro o cinco; los vehículos propios utilizados, dos (un Renault-Clio y un Audi).

¿Por qué fueron a la yihad en taxi?, ¿para suplir un fallo (precipitación)?, ¿por exceso de confianza (viva lo ordinario)?, ¿por imprudencia (un taxista siempre es testigo incómodo, como se corroboró luego)?, ¿por improvisación (de aficionados)?, ¿por estilo pandillero-mochilero?

Ir a matar en taxi choca con la leyenda grandilocuente del terrorismo, las normas de seguridad, las operativas habituales. Cuando se sepa por qué, si se llega a saber, se sabrá mucho.

Como en París el 13-N, en Bruselas el 22-M actuaron sendas parejas de hermanos (los Bakraoui, los Abdeslam), igual que en Charlie Hebdo (los Kouachi), o en Nueva York el 11-S. La endogamia evita traiciones. Pero exhibe flaquezas.

Los casorios entre primos alcanzan el 35% de los matrimonios entre islamistas radicales (El partido de los cuñados, Lluís Bassets, EL PAÍS, 3/7/2013). Las fuentes policiales magnifican la dificultad: el enemigo se escuda en grandes redes, en poderosas células, en una minuciosa planificación.

¿Y si se trata de estructuras muy ágiles en formato árbol-familiar, de pandillas de exdelincuentes radicalizados? Ágiles: ¿atentaron el martes porque estaba previsto o para vengar la detención de Salah Abdeslam del viernes anterior?

¿O por evitar que les denunciase sin actuar antes? Nuevo dato: ahora ya son dos los que no se han inmolado. Ergo, son susceptibles de hablar.

Más incógnitas: si los policías belgas son tan estúpidos, ¿cómo lograron que un amigo de Abdeslam le traicionase y les pusieran en pista de su paradero?

Poned entre paréntesis a (algunos) expertos.


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