Santiago González

Es mejor ir a votar

Es mejor ir a votar
Santiago González. PD

Se celebraba el sábado la cuarta reunión del Comité Federal del PSOE desde las últimas elecciones generales.

El secretario general acudió a la primera en estado precadavérico, políticamente hablando, con 20 escaños menos del mínimo alcanzado cuatro años antes por Rubalcaba.

Sin embargo, él supo hacer de su debilidad virtud. Prometió a sus barones y a la señora baronesa guardar las líneas rojas que le separaban de los secesionistas y se aplicó a sus pactos para el cambio y el progreso, o sea para llegar él a La Moncloa. Todo el PSOE está más o menos de acuerdo en esto, salvo los amagos que de vez en cuando hace Susana Díaz, nada preocupante.

Sánchez explicó que ha detectado un punto de inflexión en Posemos, lo que viene a demostrar que no conoce la naturaleza del partido con el que aspira a pactar, ni sabe lo que es un punto de inflexión.

Con análoga pertinencia matemática, Susana y los barones críticos replicaron que creen «posible pero no probable» un pacto de Gobierno. Lo posible y lo probable son conceptos sinónimos y se expresan con valores que oscilan entre el 0, que define lo imposible, y el 1, que señala la certeza absoluta.

El viejo partido, las cosas como son, eligió a Pedro Sánchez en una consulta a las bases en la que participó el 65,85% de la afiliación, 129.411, de los cuales obtuvo el 49%, frente al 36% de Madina y el 15% de Pérez Tapias.

El viejo partido socialdemócrata era un ejemplo de pundonor, bravura y militancia, frente a la flojera de los hijos más abnegados de la revolución para asaltar el cielo, que ahora es más relajado: se puede hacer por Internet. Pero la elección del carismático Pablo sólo animó a votar al 43% de los inscritos.

La participación siguió bajando en cada consulta: elección de líderes municipales, autonómicos, candidatos para las autonómicas de 2015 (20,2%) y primarias para las elecciones generales, que sólo consiguieron la participación del 16,1%. Esto debe de ser porque no son un partido fulanista; ellos son más de ideas y de programa. El programa electoral con el que concurrieron el 20-D, fue votado por menos del 4% de los inscritos.

Con esos precedentes, Pablo quiere endosar a las bases el marrón de apoyar (o no) el Gobierno presidido por Pedro sobre la base del acuerdo PSOE-C’s. Otro Posemos que le permita no cargar con la culpa de la repetición. El resultado, con un censo que carece de garantías, será el que la dirección quiera.

Por su parte, el joven Sánchez anunció que si en la negociación con Podemos se produce algún cambio de enjundia, volverá a someterlo a la aprobación de los afiliados y del quinto Comité Federal. Eso contando con que a Albert Rivera le parezca bien que el pacto, su pacto, vaya a sufrir cambios en una negociación en la que no ha tenido arte ni parte.

Todas las salidas son malas, incluso la gran coalición que el irresponsable Sánchez no ha querido explorar, pasando por la del 131, la del 199, hasta la peor, la del 161, la valenciana que propone Iglesias. Uno se inclina por la repetición de los comicios. Mala salida, que ni siquiera va a cambiar mucho los resultados. Pero ofrece a los españoles la oportunidad de rectificar.

Y si no quieren, si amén de tontos se revelan pertinaces con tanta información, pues allá ellos. No cabrá reprochar engaño a los políticos.

Ni siquiera a Sánchez, que había prometido no pactar con el populismo, porque eso nos llevaría a la Venezuela chavista. Hombre no hay que ponerse cenizo, Pedro. Igual tenemos suerte y nos quedamos en la Grecia de Syriza.

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