La Marea de Pérez Henares

¡Ya te vale, Sánchez!

Durante casi cuatro meses, Sánchez ha sido el principal responsable de bloquear cualquier opción real de Gobierno. No ha sido, como sus exegetas repiten como cansinos loros, quien ha trabajado para desbloquearlo. No. Es mentira. Solo ha trabajado para el mismo, para su sillón, por su sillón y nada más que por ello. Su ambición y su sectarismo es quien ha cerrado todas las puertas. Su negativa a hablar siquiera con quien era el vencedor de las elecciones ha contrastado con sus arrimadas, algunas alevosas y traicioneras con su propio partido como la celebrada con el presidente separatista de la Generalitat, y aún peor, la mantenida con deliberado ocultamiento y en compañía de Iceta, su cómplice en el enjuague, con el dirigente de ERC, Orio Junqueras.

Sánchez ha sido Usted ha sido el vetador y el bloqueador. Ha hecho y sido exactamente lo contrario de lo que pretendía vendernos. Ha sido, con su ambición desatada, con su “ansia viva” que diría mi paisano Jose Mota, con su obsesión personal por el poder, camuflado malamente en proclamas de “cambio”, “progreso” “reforma” quien ha hecho un profundo daño a España y al prestigio ya malparado de la política.

Porque 115 días, no se cuantas ruedas de prensa, de posados, de pasarelas, de representaciones engoladas, de declamaciones vacuas, de fotos y mas fotos, de teles y mas teles, de pantomima continuada y ahora ¡ya le vale!, ya les vale a todos cuantos han participado en la farsa que lo único que ha conseguido ha sido hartarnos a todos.

Porque mire usted, señor Sánchez, bien sabía lo que había. Desde el minuto uno y de lo que usted partia: 90 escaños sobre 350 y usted mismo relegado a la cuarta plaza en la circunscripción por la que se presentaba. O pactaba con separatistas y extrema izquierda o nada. Bueno si, la solución lógica estaba al alcance. Hacer un gobierno sólido entre los constitucionalistas para afrontar unos retos y unos años decisivos. Hacerlo con el partido que saco más votos y escaños y con Ciudadanos. Pero pretender encabezarlo usted, votando al primero, y solo contando con estos últimos era simplemente la nada por mucho que lo escenificaran como el pacto del advenimiento. Puede entenderse la voluntad de Rivera, desnucada con su desbarre de pretender que el PP, como paso previo, defenestrara a su líder o que el propio Rajoy se suicidara, se amortajara y entregara las llaves de la Moncloa a quien ni siquiera se dignaba a hablar con el, y aceptando con tal hecho la condición de gran apestado. El y su partido en pleno.

En España por lo visto eso es el PP, como si en otros partidos no hubiera galopado la corrupción al igual que en el suyo, y como si con alguno de los que se pretendía gobernar no hubieran hasta recibido, en persona o por fundación interpuesta, suculentos dineros de un régimen y un país extranjero y de más que dudosa calidad democrática, por ser suave. En suma que aquí alguno considera leprosos políticos a los populares pero gentes de bien a cualquiera, incluso a quienes ayer mismo, y hoy también, siguen siendo los voceros políticos de ETA o al menos sus amigos y socios tan cercanos que donde pueden gobiernan juntos.

Todo valía, y a Sánchez todo le hubiera valido si le hubieran dejado. O si Iglesias hubiera aceptado el papel de monaguillo. Pero Podemos no está para eso. Con sus cinco millones largos de votos lo dejó bien claro desde el principio. “Estamos casi en igualdad y en esa condición pactaremos. Sino no hay trato”. Es coherente. Formar parte del Gobierno y llevar a él sus postulados. Eran lentejas. Pero era también el suicido del PSOE si tragaban con ello y eso dirigentes con más luces y recorrido que Sánchez lo han visto y muy claro.

Los socialistas tienen un papel clave que jugar en el futuro de España. Lo jugaron y han sido parte decisiva y trascendental en su transformación con Felipe González al frente. Han de seguir siéndolo, pero siempre en los parámetros y principios de una social democracia y de una moderación centrada. Por ahí seguro que habrá acuerdos. Pero es muy difícil que eso, después de este monumental fiasco, de este mal sainete que pretendía presentarse como gigantesca obra, después de todo ese engolamiento de Sánchez es realmente complicado visualizar que pueda ser el quien tras el nuevo paso por las urnas, ya prácticamente inevitable y en realidad ya la única salida sensata y oxigenante después de este empacho de teatro, pueda contribuir a configurar a el gobierno que necesita España para afrontar sus verdaderos problemas, la economía, el paro, la corrupción y el separatismo. Esos son nuestros problemas. Nunca lo ha sido el sillón de Sánchez quien hoy después de todo el espectáculo, después de todo el atrezzo, el montaje, y un millón de fotos y planos, comprueba aquello de que “el dinosaurio” seguía allí, impertérrito y lo malo, era que el dinosaurio le empezaba a caer a algunos incluso simpático. Por lo menos no se ha tirado casi cuatro meses dándoles la brasa en sesiones ininterrumpidas de mañana tarde y noche, por prensa, radio, televisión y redes y por todos los canales y programas. Hasta el gorro de Sánchez, hasta el gorro de postureo, hasta el gorro de declaraciones y hasta lo pelos de ustedes los señores que decían ser de la nueva política y han resultado ser más viejos que el hilo negro y formas, modos e intenciones.

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Autor

Antonio Pérez Henares

Ejerce el periodismo desde los 18 años, cuando se incorporó al diario Pueblo. Ha trabajado después en publicaciones como Mundo Obrero, Tiempo, El Globo o medios radiofónicos como la cadena SER. En 1989 entró al equipo directivo del semanario Tribuna, del que fue director entre 1996 y 1999. De 2000 a 2007 coordinó las ediciones especiales del diario La Razón, de donde pasó al grupo Negocio, que dirigió hasta enero de 2012. Tras ello pasó a ocupar el puesto de director de publicaciones de PROMECAL, editora de más de una docena de periódicos autonómicos de Castilla y León y Castilla-La Mancha.

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