Pasmaos, como diría Guerra, pasmaos estamos al descubrirse lo de los papeles de Panamá. Entre esta recua de golfantes y ricos de salón están -por lo que nos han mostrado los periódicos- algunos de los que pontificaban la honestidad y el sentido de la vergüenza. Mismamente, Imanol Arias, uno más de la ceja, ven y cuéntalo, cuéntanos cómo pasó. Se han pasado la vida dándonos moralina, leña al mono que es de derechas. Una chusca monserga. En esta recua o colección de demagogos figura, asimismo, Pedro Almodóvar al que particularmente nunca le vi la gracia ni contando en sus repartos con la picasiana figura de Rosi de Palma, que mira que es fea. El director de cine se ha escondido y no ha querido presentar su último filme que dicen que es un bodrio porque le iban a preguntar por sus papeles y éste escribidor sólo conoció los de Son Armadans, que fundó mi inolvidable amigo Cela, y ahora se cumple el medio siglo de una revista literaria sin precedentes. ¿Alguien se acuerda de cuando el cineasta manchego afirmó que el 11-M era un golpe de Estado del gobierno del Partido Popular? El pollo estaba ciego de ira y odio.
Esta troupe de la demagogia lo mismo ensalza la mentira que la deforestación. Vive de la palabrería, no confundir con la palabra, lengua que da vida, punto más que un vendedor de crecepelos que se ha instalado en nuestra sociedad a base de gurúes y advenedizos de las televisiones nocturnas. La canalla está instalada en el trole de la política engañando a personas de buena fe que anteponen su ideario en pro de la buena voluntad y las cosas bien hechas. Porque nuestro país tiene altos grados de honradez. Pero se forma la marimorena si el defraudador es Rato, Bankia, las tarjetas black, Blesa, mamón, al paredón, mientras los Eres de Andalucía prescriben y se elevan a los altares a los imputados en procesión (sin querer, me salió el pareado).
Se impone la sensatez, el sentido común y confiar en la gente decente, que es mucha y que sólo sale en los papeles de la declaración de la renta.
