Santiago López Castillo

¿Por qué no te callas?

¿Por qué no te callas?
Santiago López Castillo. PD

La verdad es que doña Espe no tiene sentido de la oportunidad y si lo tiene es en su propio beneficio. Pero la política tiene estas cosas: el ego, que es consustancial con la cosa pública y la zancadilla, más propia del partido en que se milita que el de la cera de enfrente. Lo sé porque lo he experimentado en mis cuarenta años al frente de la información parlamentaria de TVE y por confesión de los actores de la cosa pública, como vienen diciendo los cronistas de la pedantocracia.

Doña Espe ha sacado un nuevo libro con lo que está cayendo, en plena comedia bufa de los pactos, en la que el protagonista es un meritorio llamado Sánchez. En esto que estamos en pleno desarrollo del nudo y desenlace, todos contra Mariano, la ex de casi todo le manda un viaje al presidente del PP: «Yo no me callo». Buen título y mucho más celebrado por la editorial del libro en el proceso convulso que vive España. Pero si para ella es un estorbo, que está de oyente en el consistorio matritense, todos los medios estorbos, que no dan sombra al botijo, están tratando de hacer desaparecer España, con Rajoy solo ante el peligro.

Decía el Fénix de los ingenios que lo prudente es hablar pero no de manera en que parezca que te escuchas a ti mismo, porque toda afectación es mala y hasta contraproducente. Admiro -aunque parezca un contrasentido- el arrojo y el liberalismo de la ex presidenta de casi todo, como lo fue de casi todo en los cargos orgánicos e inorgánicos en que participó con dos ovarios. Lo suyo, es decir, ella, es postularse como presidenta del PP para el próximo congreso del Partido Popular. Caiga quien caiga. El aplauso tiene su cara y su cruz, su haz y el envés. Pero en esta vida si no arriesgas vas de culo.

Amén de su cáncer, afortunadamente superado, la condesa consorte no puede aspirar a otra cosa que la presidencia del PP, una vez que ha pasado por el Gobierno, presidencia del Senado y presidenta de la Comunidad de Madrid. Pero actualmente también tiene su colección de detractores en el partido. No alcanzar la alcaldía de la capital fue para muchos un gran fracaso aunque el refranero sea expeditivo con otros vendrán que bueno me harán. ¡Ay, Carmena, qué dolor, qué pena!

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