Santiago López Castillo

¡Que le den la oreja!

¡Que le den la oreja!
Santiago López Castillo. PD

Lleva cien días paseándose por los platós, dando vueltas al ruedo, mareando la perdiz, hablando porque tiene boca… Pues miren, aunque soy anti taurino, ¡que le den la oreja! Me refiero al tal Pedro Sánchezl al que tenía cuasi olvidado por aburrimiento, hueco de voz y de mollera, lo suyo es empleado de la planta de caballeros de El Corte Inglés. Pero él, cum laude del zapaterismo, la ha cogido meona con la Moncloa, yo que nací en Argüelles, rediez. Y pone en práctica, como en los campos de fútbol, la táctica del entrenador «amarrategui» a base del insultante Hernando, el Luena o el Oscar López, senador de causas perdidas en la Alta Cámara, y toda esa cohorte de descerebrados -en sentido figurado- para hacer bulto y bendecir, ora pro nobis, al líder de tul ilusión.

Usted me perdone, amable lector, pero tras el 20-D, escribí, en estas páginas y ante el nihilismo redomado del secretario general socialista, vuelve Felipe, vuelve, pronostiqué que el mal menor serían nuevas elecciones. Parece que en esas estamos, mas yo no me fío. El egocéntrico Sánchez, más un Rey volcado a la izquierda, pasmarote de la soberanía, se hará con la poltrona aunque tenga que vender su alma al diablo. Pienso, es mi humilde opinión, que todo está amañado y que hasta el último minuto imperará la farsa, la escenografía. Hay que echar al «Gobierno de la vergüenza» (sic), la última lindeza de este ser inepto, vanidoso, huero, llena de serrín su cabeza loca. Cómo se atreve este incapacitado cuyo partido dejó a España en la ruina.

Al otro lado de la orilla está Rajoy, que es un santo varón, y un servidor le llama fraile motilón por lo huevón que es, perdón por el exabrupto y pareado a la vez. La oposición, considerándose la fuerza victoriosa del 20 y, por supuesto, de la guerra civil, cautivo y desarmado el ejército nacional… no quiere verle ni escucharle. Por si fuera poco, Esperanza Aguirre, que más que un verso suelto del PP parece una yegua desbocada, le toca las partes pudendas al bueno de don Mariano por aquello de que no se moja debido a su «indefinición ideológica». No, querida amiga. Lo que pasa es que ejerce de gallego y no se sabe si sube o baja ni tampoco es conde consorte. Pero justo es reconocer que le puso mucha voluntad y esfuerzo para sacar de la ruina a España, estado en que dejó a nuestra nación el indigente cultural de ZP.

Sea cual fuere el resultado de este pastoreo ridículo de los nuevos bufos del Tinell, al presidente en funciones le caerá otra tunda de insultos como nos tiene acostumbrados el mediocre Sánchez que esnifa Moncloa por los cuatro costados y sus orificios nasales ya son como túneles.
La prudencia, aunque suene a oxidado, es la madre de la ciencia.

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Lo más leído