La extrema izquierda se ha retratado en una deriva donde su empatía emocional con los terroristas y su desprecio a las victimas resulta cada vez más repulsivo pero cada vez más interiorizado por ellos. El desfile conjunto de todos ellos, Podemos, IU, ERC, CUP con Otegui y sus compinches, algunos de los más sanguinarios asesinos de ETA, que se niegan ni siquiera a un mínimo acto de pesar y arrepentimiento por sus crímenes, es ya una parte “normalizada” del paisaje político.
La entrevista con Otegui, no por vomitiva, que lo fue, dejó de resultar esclarecedora. El tuit, retirado vergonzantemente luego, de IU “Buena noticia ver libre a Otegui. Ojalá veamos pronto fuera de la cárcel a más presos políticos, como Alfon o Bódalo” expresa mejor que nada esa deriva atroz y justificativa de la violencia. Los terroristas condenados por sus crímenes son “presos políticos” y también lo son el uno encarcelado por llevar explosivos a las manifestaciones “pacificas” y el otro por agresiones reiteradas, la última a un concejal socialista. Pues con ellos el señor Sánchez siempre está en posición oferente, dispuesto a pactar y de hecho ha pactado en todos los lados donde ha podido y le han dejado.