Santiago López Castillo

No me da la gana

No me da la gana
Santiago López Castillo. PD

En este laissez faire, laissez passer del libertinaje que vive España, no me da la gana, no me sale de los cojones…, se aprecia una evidente quiebra de las instituciones, pese a que algunos se llenen la boca con el Estado de Derecho. Lo estamos viendo con el déficit de las comunidades, que es el cáncer que nos corroe, pero que nadie ose borrarlo de un plumazo. ¿O alguien no se acuerda del vociferante grito durante la transición: «¡libertad, amnistía y estatuto de autonomía!»? Los prebostes de las «nacionalidades o regiones», como reza en la Constitución, incluidos algunos mandamases del Partido Popular, les importa un pito lo de recortar derechos pero sin ninguna obligación porque entienden que en su cortijo está el manojo particular de los votos. Protestan hasta los que vinieron a regenerar la casta y a la mínima han asomado la patita del lobo con armiño de cordero: esto es para nosotros y de aquí no nos sacan ni muertos.

Pero sigo diciendo lo que vengo diciendo. Los culpables no son ellos sino los que inocentemente les creyeron y votaron. Sólo hace falta echar un vistazo para comprobar el incumplimiento de la Ley, con mayúsculas. Sánchez es su adalid, lameculos del populismo e independentismo. Se muere por ser presidente del Gobierno, le huele el culo a naftalina porque anhela llegar a la Moncloa, pero también lo fue ZP, de quien recibió el título de sobresaliente «cum laude», aquel zurupeto del Partido Socialista, el más nefasto presidente que hubo desde Fernando VII hasta nuestros días.

Pero descendiendo a lo particular, que tiene huevos, sólo se habla de Soria mas no con la misma intensidad que de Almodóvar ni de Imanol Arias, ni de los Eres de Andalucía, la izquierda es mía, nuestra, como la calle, ha de pasarse al grado general de hagamos lo que nos salga del prepucio. El Constitucional no existe. Lo quieren volar los radicales, como si el máximo tribunal no estuviera más desaparecido que Carracuca, y si no que se lo digan a la Generalidad de Cataluña y la valenciana que no acatan las sentencias y se sitúan en franca rebeldía. Culpa de ello tiene cierta prensa irresponsable, mediatizada políticamente, que, por ejemplo, cuatro trajes tienen más valor que los millones hurtados a la formación de los trabajadores tanto en la región andaluza.

Así comprobamos que las instituciones tradicionales están en quiebra, tal vez aherrojadas por la burocracia, la inercia y el caduco derecho administrativo. Eso en plan benévolo. La cuestión, sin embargo, es que siempre desemboca en el Partido Popular, máximo culpable de los obligados recortes presupuestarios a tenor de los medios domesticados de izquierda y también de derechas, pero nunca recuperador de nuestra economía tanto con Aznar como con Rajoy, pese a los datos elocuentes e irrefutables.

Conclusión: si miembros del PP dimiten o los cesan, porque dimiten y los cesan; si hablan porque hablan, si callan porque callan. El objetivo es Rajoy, su linchamiento, leña al mono que es de goma, así se prodiga ese ser vacuo y egocéntrico llamado Pedro Sánchez, vendedor de la planta de caballeros de El Corte Inglés. La estrategia de esta izquierda radical y totalitaria tiene un doble sentido: derribar la derecha y que recule ante su electorado por los complejos de sus direcciones nacional y regional. A tomar por el culo, permítase la expresión. Así de claro.

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