La sociedad internacional no responde inmediatamente a las urgencias humanitarias. O sea que no es propiamente sociedad y apenas internacional. Es una vergüenza planetaria.
Los atrapados en Ecuador, los bombardeos de niños en Siria, los refugiados de Idomeni, el traslado inmediato de la ayuda, la ayuda alimentaria y médica esencial tarda un mundo en llegar. Un mundo que debiera salir pitando y no teniendo vergüenza parece no tener siquiera una partida presupuestaria.
Siendo España uno de los países más solidarios porque está en el ser español, -que lleva meses ocupado en egos, ambiciones y otras concusiones,- siempre que hay una catástrofe humanitaria me pregunto dónde está en Barajas, el Prat o San Pablo, el avión preparado con todo lo no perecedero para salir primero, como país que quiere un papel en el mundo, a la espera de los perecederos que salgan en el segundo y así, mientras haya seres humanos desesperados en medio de la tragedia.
Perecederos dia a dia renovados porque desgraciadamente va a haber ocasión, listos para un despegue inmediato.
Hoy Ecuador, del que miles de nacionales vinieron a buscarse la vida y han contribuido a nuestra economia, a atender a nuestros niños y mayores y se han incluso nacionalizado, que nos hemos ayudado mutuamente…
Y Siria con sus niños bombardeados y refugiados porque el auxilio ante el sufrimiento en medio de la tragedia no necesita ni literatura ni razones.
Tanta urgencia como vergüenza.