Rafael Torres

¿Partidos o partidas?

¿Partidos o partidas?
Rafael Torres. PD

Es cierto que no se puede responsabilizar a podemos de la perpetuación del Partido Popular en el gobierno por no haberse abstenido en la fallida investidura de Sánchez, pero también lo es que si se hubiera abstenido, a éstas alturas habría un nuevo gobierno, el PP se habría ido a la oposición a purificarse un poco, y los españoles no tendrían que volver a votar, previsiblemente lo mismo o parecido, seis meses después de haberlo hecho.

Lo mismo cabe decir de los demás partidos: ninguno es culpable y todos lo son. Pero es que son partidos, es decir, partidas, partes, y en España las partes difícilmente saben ni quieren componer un todo. Los políticos éstos de poco momento que han estado mareando la perdiz, burlándose de las necesidades de las personas y alimentando su egolatría, han acreditado de sobra esa incapacidad, pero ello no les diferencia gran cosa, lamentablemente, del resto de los españoles, bastante ayunos del sentido de lo público y del interés general.

Por lo mucho que el gobierno del PP ha ahondado la desigualdad entre los españoles, restableciendo la plutocracia y condenando a la pobreza severa a grandes sectores de la población, su alejamiento del poder no sólo habría justificado, sino que hacía necesaria, la coalición moderada de los partidos de centro, PSOE y Ciudadanos, pues tampoco era cosa de entregar el poder al producto de los desafueros del gobierno de Rajoy, Podemos, populismo en estado puro y una cosa, en lo tocante a sus dirigentes, que no hay por donde coger.

Se trataba de salir del paso, de la ciénaga de regresión y castigo en que metió a España, so capa de la crisis económica, el gobierno del Partido Popular. Salir del paso, claro, devolviendo a los españoles derechos y bienes que le han sido escamoteados, pero ni eso ha podido ser. Es verdad que el centro no existe, pero mejor habría sido no existir políticamente que existir tan mal, tan «en funciones» preparatorias de esa segunda legislatura pepera que Podemos (inocente o culpable, qué más da) les está sirviendo a Rajoy en bandeja.

Los partidos se acusan unos a otros del marasmo, pero la gente ya sabe lo que unos y otros son: partes incapaces de componer un todo, siquiera un todo de circunstancias, provisional.

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