Francisco Muro de Iscar

El corazón de Africa

El corazón de Africa
Un niño en Africa. PD

El cine es esa inmensa fábrica de sueños que nos lleva a mundos imaginarios en los que nunca habíamos pensado entrar, que nos hace reír, pensar, enfadarnos, disfrutar, sufrir y, a veces, reflexionar.

Es también un gran negocio que hace millonarios a muchos actores o directores, a muchos empresarios, por supuesto, y que permite vivir a muchos otros actores y actrices, técnicos, especialistas.

Hay películas grandes que reciben los mayores premios de la industria y otras que no reciben ninguno, pero que estarán siempre en el universo colectivo de los amantes del cine porque llegan al corazón. El presupuesto o el marketing no son siempre una garantía de éxito. El cine, en fin, es un lenguaje universal, sin fronteras. Y es mágico.

Acabo de ver una película que muchos críticos calificarán de menor, pero que cuenta la historia de un empeño mayúsculo, de un hombre grande, de un mensaje de justicia y de paz, de superación de todos los obstáculos. ‘El corazón de Africa’ es una película sencilla hecha casi artesanalmente, cuyo director y cuyos productores han tenido que luchar mucho para que llegue a la las salas de cine. Esa sí que es una barrera que ponen las grandes productoras.

‘El corazón de Africa’ cuenta la historia de un español que se hizo sacerdote y se fue a Centroáfrica. Lleva allí 35 años, en medio de un clima de guerra, donde los ataques salvajes de las guerrillas de distinto signo son habituales, donde las carreteras son todo menos vías de comunicación -apenas hay 700 kilómetros asfaltados en todo el país- y donde ser cristiano o ser musulmán es hacer oposiciones a que los enemigos de la religión acaben con tu vida sin razones. Es, creo, el único obispo español en Africa. Vive a 700 kilómetros de la capital, Bangui, donde estuvo el Papa Francisco hace unos meses. Y llegar allí le lleva tres duros días.

Todo su esfuerzo ha sido para llevar agua donde no llegaba nunca. Y sin agua, no hay vida. Para llevar educación a los que no la tienen. Y sin educación no hay futuro. Para montar hospitales y poder curar el SIDA donde todavía es una enfermedad mortal. Una maternidad para que no mueran los niños que nacen. Trabajo para dar a las mujeres una oportunidad de ser personas.

Defensa para evitar que las violen o las rapten. Juan José Aguirre defiende la causa del ser humano como Cristo la defendió y lleva la Buena Nueva a todos. Ha creado una red en España, desde Córdoba, sede de la Fundación Bangassou, lugar del que salen camiones cargados de medicinas, de alimentos, de material hospitalario para esos ciudadanos del mundo que saben de verdad, no cómo nosotros, qué es una crisis, cómo se vive sin nada.

Juan José Aguirre ha tenido tres o cuatro infartos, le han puesto un montón de bypass, pero en cuanto le remiendan su corazón inmenso, coge el avión y se va con los suyos, mientras su madre y sus hermanos rezan por él y le apoyan buscando cómo enviarle lo que a nosotros nos sobra, lo que es indispensable para la gente de su misión. Eso es lo que cuenta ‘El corazón de Africa’.

Pero habría para hacer diez películas. Miren en internet lo que hace la Fundación Bangassou, lean a Juanjo y, si pueden, vean la película. No perderán el tiempo. Sabrán con certeza que somos unos privilegiados. Y que no es justo. Que tenemos que hacer algo más.

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