Isabel San Sebastián

«Lo de Pablo Iglesias no es la ideología, sino el poder puro y duro»

"Lo de Pablo Iglesias no es la ideología, sino el poder puro y duro"
Isabel San Sebastián. PD

Isabel San Sebastián escribe que ya Pablo Iglesias no puede disimular que a él la ideología, con perdón, directamente se la pela. A él lo que realmente le pone trempante es el poder absoluto:

El caudillo bolchevique de Podemos no tolera mencheviques susceptibles de disputarle el poder. No se conforma con una parte del pastel, por goloso que este sea. Lo quiere todo y lo quiere ya. De ahí que haya apuñalado a Pedro Sánchez después de verle suplicar arrastrando por el suelo la dignidad del PSOE, en un alarde de sadismo que debería llevar a Sánchez, si le quedara algo de orgullo, a romper inmediatamente los acuerdos municipales y autonómicos que mantiene con la formación morada.

Destaca que:

No hubo Frente Popular en el último minuto, por más que hasta el último minuto estuvieran negociando algunos una salida a la desesperada, como demuestra esa burla bautizada con el ampuloso nombre de «pacto del Prado». Yo erré el análisis, de lo cual me alegro infinito, dando por sentado que la izquierda no desaprovecharía una oportunidad probablemente única de alcanzar el gobierno a través de las urnas. De hecho, esta es la primera vez que la Historia de España contempla tal cosa. También es la primera vez que un partido populista, de vocación totalitaria, dispuesto a romper la integridad de la Nación y amigo de terroristas que han empuñado la pistola, pone en jaque abiertamente la supremacía del puño y la rosa como referente político de ese territorio. La primera vez que el PSOE, en plena guerra interna y bajo un liderazgo tan endeble como debilitado por el fracaso, se enfrenta a la posibilidad real de quedar relegado a la tercera posición en el podio del 26-J. Exactamente lo que ha buscado el caudillo podemita desde que oliera la sangre de su principal rival el pasado mes de diciembre.

Me equivoqué, lo reconozco, atribuyendo al bolchevique Iglesias una mayor carga ideológica de la que ha demostrado tener. Lo suyo no es la ideología, ni la puesta en marcha de ciertas políticas, ni la izquierda, ni mucho menos el «progresismo», sino el poder a secas. El poder puro y duro. Por eso no se apeó de su exigencia inicial de una vicepresidencia política y cuatro ministerios de peso. Nunca buscó un entendimiento programático, sino un acuerdo de sillones que pusiera en sus manos los dotados de mando en plaza. Lo que ansiaba y ansía es destruir al PSOE en aras de sustituirlo. Liquidar cualquier vestigio de izquierda democrática, constitucionalista y española, como la que representaba el partido asentado en la calle Ferraz antes de que Zapatero se hiciera con el timón. Matar electoralmente a Sánchez y dejar tierra quemada al o la que venga después.

Y añade:

El Frente Popular se ha frustrado, gracias a Dios, en parte por el bloqueo de Podemos y en parte también por la actuación de Ciudadanos, que con su pacto de investidura ató en corto a un candidato obligado a honrar la palabra dada a Rivera, a su propio comité federal e incluso a la militancia. Yo puse en duda que así fuera; lo admito. Le veía perfectamente capaz de traicionar a su socio y echarse en brazos de Iglesias, a poco que este le hubiese ofrecido un cambalache presentable con vistas a la opinión pública. Nadie puede negar, empero, que el documento suscrito con los naranjitos hizo las veces de tapón y conjuró las tentaciones de un líder arrinconado. Porque eso es Pedro Sánchez hoy. Un candidato a presidente derrotado en la investidura; un secretario general discutido en el seno de su partido nada menos que por la jefa de la federación andaluza; un cabeza de lista amenazado de derrota y posterior desahucio tras la más que probable fusión entre Podemos e Izquierda Unida, con todas las papeletas para servir de chivo expiatorio y pasar a mejor vida. O sea, un precadáver político, salvo que se obre un milagro.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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