Juan Antonio Cordero Alonso

La sociedad cerrada y sus amigos

La sociedad cerrada y sus amigos
Juan Antonio Cordero. PD

Durante la Segunda Guerra Mundial, Karl Popper escribió La sociedad abierta y sus enemigos. Se trata de una gran obra, en dos volúmenes, que fue publicada en Londres (Routledge, 1945) tras haber tenido problemas para su publicación en EEUU. Popper critica el historicismo teleológico, basado primero en Platón y después en Hegel y Marx, que asume que la historia sigue indefectiblemente unas leyes universales.

El concepto de sociedad abierta lo toma de Henri Bergson, quién lo contrapone con sociedad cerrada. En Las dos fuentes de la moral y de la religión estudia los rasgos diferenciales de ambas. El resumen que se puede hacer a partir de este autor es el siguiente:
La sociedad abierta es humanista, racional e individualista, regida por normas jurídicas y morales, crítica y dinámica, plural, diversa y democrática. Sus gobiernos son tolerantes y responden a sistemas políticos transparentes y flexibles, donde la libertad y los derechos humanos individuales constituyen el fundamento social.

La cerrada es tribal, colectivista, mágica e irracional, regulada por tabúes, dogmática y estática, semiorgánica, uniforme y totalitaria, donde prima el relativismo cultural, donde la cultura es un sistema cerrado sobre sí mismo. El futuro está determinado por el pasado y los derechos individuales son sometidos sin miramiento a la tradición (defensa de la ablación del clítoris en base al respeto a la tradición, por ejemplo).

En las sociedades cerradas puede vislumbrarse un continuo entre dogmatizador, dogma y dogmatizado. El acceso tranquilo de la ideología a los más humildes practicantes permite la difusión, pausada y pautada de los dogmas como las pequeñas olas en las playas de un Mediterráneo en calma. La absorción lenta de las dosis de dogma que cada cual vaya tolerando, a su ritmo, sin prisa ni pausa, como un calado fino, asegura una digestión sin sorpresas ni vómitos por intolerancia.

Todo vale para que las grandes leyes del historicismo teleológico sigan vivas. Dios, patria y Rey… al que posteriormente se añadió el Fuero. En el Siglo XIX, antes de Popper y de Bergson, ya teníamos aquí la sociedad cerrada. Entonces se llamó Carlismo, y en esencia se oponía a la innovación que traían los Borbones y el afrancesamiento.

El Carlismo, como sociedad cerrada, luchó, y lo sigue haciendo igualmente hoy, contra los cambios sociales propios del momento. Han cambiado de nombre, pero la esencia es la misma: lucha contra el cambio social y las derivadas que de ello se deduzcan. Caras modernas, uso de la sonrisa publicitaria o de las urnas democráticas… pero eso solo son las formas. El fondo: Dios, Patria, Rey y Fuero.

Todo este frívolo vodevil, y otros, que estamos viviendo en Cataluña, donde el envoltorio y la estelada importan más que desahucios, sanidad y enfermos, o escolares semianalfabetos tras 13 o 15 años de escolaridad obligatorio (por supuesto, en catalán), ocultan una ideología Carlista.

Para unos pocos el nacionalismo es un negocio, para una parte es una religión, y para otros, la mayoría silenciada, para los no nacionalistas, un suplicio.
El diario económico Expansión ha definido un grupo de poder que concentra «in eternum» la Oligarquía Catalana, y se ha referido a él como el G-16 (Grupo 16). Es el auténtico Sanedrín que agrupa a las principales instituciones de la sociedad catalana, con reuniones bisemanales, discretas cuando no secretas, donde se debate sobre los asuntos más importantes de Cataluña.

Lugares de encuentros comunes del G-16 son Círculo Ecuestre, el Orfeo, el Liceo, el Ateneu, el Real Club de Polo, la Cámara de Comercio, el Ordeo Català, los Palcos VIP del Camp Nou, etc…

Allí están representados desde los intereses del Barça, el Club de Tenis hasta los del Mass Media del Conde de Godó, pasando por la Banca Mas Sardà, etc y no se da puntada sin hilo.

Felix Millet, quien confesó haber desviado varios millones de euros con la contabilidad del Palau de la Música para financiar CDC…, y que yo sepa aún no está en la cárcel, refiriéndose a esta Oligarquía Catalana, lo definió muy bien: somos pocos pero siempre somos los mismos.
En una entrevista, Albert Rivera, de Ciudadanos, se refería a las 100 familias que en estos momentos se reparten el Poder en Cataluña. Están en los Consejos de Administración de las empresas, en los escaños del Parlament, en las entidades más relevantes del Deporte y la Cultura catalana, y son los directivos que manejan los Grupos de Comunicación.

Tres o cuatrocientas personas, que llevan siendo los mismos, cientos de años. Si. Estamos en manos de 100 familias pudientes, organizadas, con los roles repartidos para cubrir todos los francos (Comunicación, Banca, Infraestructuras, Energía … y Partidos Políticos).

Estos últimos, no sé si con alguna excepción, también trabajan para el G-16, transversalmente, sin dejar huecos, de izquierda a derecha y de arriba abajo… aunque es posible que no todos los miembros de dichos partidos lo sepan.
Una observación atenta, incluso pormenorizada de lo que pasa en Cataluña, y también lo que ha estado pasando en el siglo pasado, nos puede ayudar a una explicación probable de los hechos que acontecen. En el escenario catalán podemos intuir unos personajes y percibir explícitamente otros. Estos son los enemigos de la sociedad abierta… por orden de importancia. Veamos.

Los primeros aludidos son los autores de la puesta en escena, los que trabajan entre bastidores, los no explícitos. Actúan en la sombra y son la quintaesencia y núcleo duro de la Sociedad Cerrada. Pocos y aparentemente bien avenidos, haciendo piña. Escribiendo los guiones. Ellos escogen el reparto, sufragan la inversión y tiran de los hilos. Son ricos y endogámicos por tradición familiar… y de vez en cuando se permiten, como los patricios romanos, que algún esclavo notable, por afecto, por favores prestados o con méritos propios, acceda a la condición de liberto.

Todo sea para mayor gozo de esta aristocracia moderna que permite la movilidad social desde las clases más humildes… aunque solo sea para sobrevivir a la asfixiante endogamia reinante en el G-16. Suponen la cúspide de la jerarquía.

Entre los segundos, los actores, los plebeyos, hay varias categorías. Por no complicar más la ingeniería social existente, podemos hablar de cuatro tipos de plebeyos.
Plebeyos 1. Son los actores principales de la trama, dispuestos a trabajar, cuanto y como fuere, para conseguir los favores de los amos… tras el consiguiente y laborioso proceso de manumisión.

Algunos de estos libertos, los mejores, logran, incluso, llegar a formar parte del núcleo aristocrático, al modo de Tiberio Claudio Narciso… por seguir con la analogía romana y amasar una importante cantidad de dinero, que le puede haber arreglado su vida y la de sus hijos (primera generación).

Segundos del escalafón. Son pocos, pero más que los anteriores, y tienen mucho poder, pero no todo el poder. Gozan de cierta autonomía en algunos temas pero están atentos al dictado del G-16… y ¡¡¡ay!!! a diferencia de los primeros dependen de las urnas… donde el G-16 ha decidido que ahora tienen que jugar.

Plebeyos 2. Están los escogidos por los protagonistas, o actores principales. Normalmente son más mediocres, no manejan tan bien el mundo de las emociones, pero tienen fe ciega y lealtad al superior, igual que los futuros libertos, condición a la que seguramente no llegarán, pero habrán vivido, al menos una buena parte de su vida, en la opulencia de las sobras y migajas aristocráticas… a cambio de gastar hasta la última neurona de su cerebro en demostrar que el servilismo es su mejor mérito.

Tal vez algún descendiente pueda seguir viviendo de los favores heredados… pero es raro. Terceros en el escalafón. Suelen ser meros ejecutores repetitivos, de fe ciega a la causa de la que viven y para la que viven.

Efectivos, sin escrúpulos ni remordimientos. La envergadura y altura de la Causa justifica la acción, los atropellos y los efectos colaterales. Numéricamente más numerosos que los anteriores. Se pueden estimar en base al personal adscrito a las Consejerías de la Generalitat, Cargos importantes de Diputaciones, Consejos comarcales, Ayuntamientos, empresas públicas o que trabajen con lo Público discrecionalmente, Sindicatos de Clase, Direcciones Generales, Políticas Lingüísticas, Omniums, ANC… y un largo etc. de mamandurrias creadas exprofeso para drenar dinero y ánimo al activismo de doblar el brazo a la ley.

Plebeyos 3. Son los figurantes, también denominados extras o comparsas. Estos personajes intervienen en la obra pero en calidad de acompañantes, con papeles absolutamente secundarios, generalmente sin texto.

Forman parte del decorado, de la gente, a veces multitud, que manifiesta perfectamente su individualidad, particularidades y filosofía. Su aspiración de ascender al escalón superior será seguramente frustrada… y tarde o temprano tendrán la conciencia de haber sido utilizados engañosamente como el figurante que él quiso ser.

Cuartos del escalafón. Son los más numerosos, los más engañados y los más frustrados. Ellos no obtendrán nada a cambio de su participación en la función. Han creído que actuaban por sentimiento… aunque ese sentimiento va siendo poco a poco sustituido por el de engaño, la manipulación y la mentira.

Se han creído las máquinas de las mentiras que escuchaban todos los días, sin ninguna desconfianza, entrando en el juego, renunciando a la capacidad analítica del pensamiento. Se han tragado sin pestañear los mensajes dirigidos directamente a su bilis, y no han querido pararse a pensar que ellos. Además de los destinatarios del mensaje, eran los muñecos que se movían en escenografías grandilocuentes, vistosas y efectistas.

Se pintaban la cara, se vestían y se colocaban donde les decían, levantaban la mano cuando tocaba. Todo con una sonrisa. Ellos no eran el mensaje. Ellos eran el producto que se vendía. El producto que seguramente permitiera que el G-16, lograra nuevas situaciones de privilegio. Tal vez menos impuestos, tal vez mirar para otro lado e ignorar las tropelías de todos conocidas. Siento lástima por este grupo… porque también conozco lo que significa que los tuyos pisoteen tu ilusión.

Plebeyos 4. Son los figurantes que lo han sido por pura coyuntura, por estética, por moda o por reacción… pero sin gran convencimiento y sin esperar grandes cambios ni milagros de la escenificación en sí misma. Sin exceso de fe es más fácil el razonamiento y el análisis de contrastes. El engaño para este grupo no es más que otro simple revés de la vida.

Poca frustración dejará en ellos el final que se avecina. Quintos en el escalafón. No son muchos pero si variopintos: desencantados, afectados por la crisis, románticos, inquietos, conformistas y/o inconformistas. Quién no espera demasiado tampoco será demasiado engañado.

Finalmente, y para acabar ya, fuera de la escena, ajenos al protagonismo de los actores, desde la distancia de los no participantes ni figurantes en la representación de este sainete… el 52% de la población catalana. La base de la pirámide social. Hombres, mujeres y niños que se resisten a dejar de ser ellos mismos ante la presión totalitaria. Castellano-hablantes, catalano-hablantes o castellano-catalano hablantes… enemigos del nacional-independentismo y amigos y amantes de la Sociedad Abierta. Somos muchos, cierto, pero sonamos como si fuéramos pocos porque no tenemos altavoces mediáticos. Creemos en la Solidaridad de los que tienen más con lo que tienen menos. Asumimos que los ricos paguen/paguemos más y también creemos en la movilidad. No admitimos el inmovilismo social porque nos perjudica frente a los poderosos, y queremos libertad de oportunidades.

No nos gusta el prucés por rancio, oscuro, determinista, caduco, retrógrado, insustancial, ahistórico y despótico. También porque se ha montado sobre mentiras que a fuerza de ser repetidas… algunos llegan a considerarlas verdades. Tampoco nos fiamos de los trileros que lo están gestionando porque solo vemos enredos, sillones, privilegios y liquidación del poco estado de bienestar que teníamos y férrea obediencia al G-16. No nos roban desde fuera. Nos roban desde dentro, y desvían cantidades ingentes de dinero en intentar crear realidades virtuales al modo de El show de Truman.

Detestamos la ruptura que nos imponen, el mundo binario de buenos y malos, la renuncia a la gama de grises, y el odio y la coacción infundidos desde los medios públicos y pagado con nuestro propio dinero. Seguimos en pie, con la cabeza alta y sin doblar la cerviz. Algunos somos ya algo mayores y no es la primera vez que lo hacemos.
Somos una mayoría silenciosa que aún no han logrado encandilar. Es cierto que estamos callados, o como si lo estuviésemos, pero no otorgamos. No otorgamos pero si votamos. La mayoría silenciosa que solo vota… y no es poco… si tenemos en cuenta lo que se nos puede venir encima. Resistiendo. Aguantando…. y pagando la juerga o una buena parte de ella.

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