Lucía Méndez

«Ahora los españoles votarán en serio y ya veréis»

"Ahora los españoles votarán en serio y ya veréis"
Lucía Méndez. PD

Lucía Méndez habla sobre lo que fue la salida de los diputados del último pleno de esto que han dado en llamar la legislatura más corta y lanza un claro recado, que el 26 de junio de 2016 la gente va a ir a votar en serio:

El Salón de los Pasos Perdidos del Congreso es un lugar de otro siglo, decorado con liturgia democrática de siglos pasados. Allí, paseando de una esquina a otra alrededor de la mesa de Isabel II o sentados en los sillones de terciopelo rojo, los diputados de partidos distintos se han conocido a través de la conversación. El Salón de los Pasos Perdidos ha permanecido vacío, triste y silencioso durante la legislatura breve. Las alfombras sin pisar durante cuatro meses. Las butacas sin señales. Porque allí no entran las cámaras ni los micrófonos. Allí solo se conversa y se establecen los lazos de confianza que engrasan la vida parlamentaria. El Salón de los Pasos Perdidos no se encuentra a sí mismo porque ahora sin cámaras no hay política. Ni espectáculo.

Dice que:

Las luces no han iluminado a nadie. Los diputados no han querido pasear, ni conversar, ni conocerse. Ni los nuevos han querido conocer a los antiguos, ni los antiguos a los nuevos. Los parlamentarios han permanecido en sus escaños, rodeados de sus grupos, sin voluntad de dar los muchos pasos perdidos que son necesarios para encontrar al otro. Sin conversar, sin pasear junto al de enfrente, sin establecer confianzas ni complicidades, sin cruzar la mirada con la otra bancada, en algunos casos sin reconocer la existencia del otro. Los diputados han entrado y salido del hemiciclo siguiendo el rastro de los cables tirados por los periodistas, no las pisadas de sus compañeros de escaño.

Desde la puerta siempre abierta del Salón de los Pasos Perdidos, asistí a la salida de los diputados después del último pleno del Congreso. Dejaban tras de sí un rastro de lamento, decepción y desencanto. Hasta un ligero sentimiento de culpa pude apreciar en algunas de las nuevas y fugaces señorías. Había miradas de incredulidad y extrañeza escondidas bajo el disfraz de la mueca irónica de a por otra campaña más. Como si no acabaran de creerse que el final de la legislatura llegó sin haber empezado.

Y concluye:

De entre la avalancha, sobresalía un hombre de elevada estatura, un líder político que charlaba animadamente con los suyos. El gesto relajado y satisfecho, sin rastro de tristeza ni de culpa. Era Mariano Rajoy. «No hay que llorar sobre la leche derramada», dijo su número dos. Trámite superado. Ahora los españoles votarán en serio y ya veréis.

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Autor

Juan Velarde

Delegado de la filial de Periodista Digital en el Archipiélago, Canarias8. Actualmente es redactor en Madrid en Periodista Digital.

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