Jorge Bustos

Pedro Sánchez no caerá tanto por el sorpasso como por el miedo del PSOE al sorpasso

Pedro Sánchez no caerá tanto por el sorpasso como por el miedo del PSOE al sorpasso
Jorge Bustos. PD

Tenemos ya el recuerdo de aquel verano de 2016 en que el PSOE depuso a Pedro Sánchez. El que mejor lo recuerda es el propio depuesto, quien venciendo la nostalgia hizo el sábado acopio de desesperación para pedir a los suyos -es un decir- «unidad y confianza» porque ahora sí, ahora va a ganar las elecciones.

El oficio de candidato comparte dureza con el de adúltero cuando toca impostar ilusión en casa. Pero don Pedro ya sólo transparenta derrota: la boca expende consignas mientras el cuerpo yace bajo los cuchillos de julio que hasta entonces afilan los conjurados.

Pero Sánchez no caerá tanto por el sorpasso como por su miedo al sorpasso. Que no está claro que se vaya a producir, porque don Iglesias, ese hombre que cada noche se encarama al pedestal vacío de la plaza de Colón para admirarse a sí mismo por descubrir nuevos territorios donde hacer el indio, ha causado ya un número inocultable de decepciones. Razón de que eche mano al botín del millón de IU, aquellos pringaos de la banderita.

Cuando Sánchez observa a su izquierda los avances de esta negociación, se le ponen ojos de Boabdil. El todavía líder del PSOE no ha sabido defender el legado de la socialdemocracia ilustrada con la virilidad que su apostura prometía. Al contrario, asumió el papel de doña Inés suspirando por la visita fecundante del Tenorio de Vallecas.

La escena resulta insoportable para el orgullo del viejo socialista, tipo Nicolás Redondo, tanto como para sus narices de votante.

El problema del PSOE no es de nombres sino de identidad. Su futuro pasa por enterrar el zapaterismo como un residuo radiactivo. Por releer atentamente ese post de Madina lleno de verdades, la primera de las cuales invita a la modestia y a la gratitud a la generación más mimada de la historia de España.

Por disputarle a la derecha una idea moderna de una España unida. Por ofertar cuentas sólidas donde la protección social se conjuga con la atención al déficit. Por desenmascarar a los de la ideología de los cien millones de asesinados y los supermercados vacíos. Por dejar de llorar, carajo.

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