Víctor Entrialgo de Castro

El silbo de los móviles

El silbo de los móviles
Víctor Entrialgo de Castro, abogado y escritor. PD

Hay pájaros que cantan y pájaros que no. La mayor parte de los pájaros de ciudad no cantan. Unos por hambre, gorriones y palomas, y otros halcones de la política y de las cajas, porque tienen lleno el buche y la buchaca. Así que mientras su gorjeo no de razón del origen de su fortuna éstos últimos deben permanecer en la jaula.

Entre los que los que aún cantan y no salen en los telediarios el silbo de los móviles es el sonido más frecuente que puede oirse hoy en la ciudad. Depende de la noticia que uno espere el guasa puede sonar pesado o a musica celestial.

Puede ser la chati, los colegas para ir de farra pero también el jefe, el que decide los puestos en las listas, el penúltimo escándalo político-financiero o alguna pesada publicidad. Y esa incertidumbre hasta que suena el guasa, esa espera es la que mata, la que impide la felicidad.

Porque la serenidad, escribe Comte-Sponville, en «La felicidad desesperadamente» llega cuando no esperas nada, la ataraxia decían los griegos y con ella, según cuentan, la sabiduría. Los franceses, ya se sabe, son «apasionados no emocionales».

Pero en los partidos se han roto las filas y no puede haber felicidad mientras no estés en las listas y sólo se pasa el desasosiego cuando uno obtiene el acta de diputado ye te dan una tableta y un móvil socialdemócrata.

Cuando en el bar, en los cafés, en la asamblea oen el comité ejecutivo y pronto incluso en la playa, silba el pájaro que se esconde en bolsos, bolsillos y chaquetas, incluso en la taleguilla de los trajes de baño…un montón de gente echa mano al bolso como si fuera el oeste.

Pero como se ha generalizado tanto el silbo del pájaro que llevamos en la faldriquera, como los piratas en el espaldón, a veces entran haciendo compañía a jóvenes o mayores incluso en lugares cerrados o sagrados.

Por eso los japonenes debieran perfeccionar el gorjeo de los móviles hasta lograr el silbo de la Gomera o aquellos otros extraordinarios que salían de aquellos andamios que animaban a las mujeres e incorporarlo a los móviles para poder copiarlos y sacarles partido como patrimonio de la humanidad que son. Lástima de la burbuja inmobiliaria que bajó a los albañiles de los andamios.

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