Laureano Benítez Grande-Caballero

Podemus perfectus detritus non gratus

Entre las plagas con las que los radikales han infectado nuestro país, está el feísmo

Podemus perfectus detritus non gratus
Laureano Benitez Grande-Caballero. PD

Es hora ya de declararlo «non grato» en las próximas elecciones

Con frecuencia, cuando nos encontramos ante un fenómeno avasallador que obnubila nuestro entendimiento, se bloquean las palabras, y el estupor produce una inefabilidad que hace difícil describir nuestra experiencia. En estos casos, el único recurso es echar mano de la metáfora y la alegoría.

¿Cómo explicar la pestilente irrupción de la turbamulta podemita en nuestro desventurado terruño? Unas posibles metáforas serían comparar a Podemos con la caída de un meteorito -marciano o bolivariano, que para el caso es lo mismo-, con la maldición de una plaga bíblica donde los ríos llevan sangre guerracivilista y los sapos llueven desde la Complotense, con el horror de una noche gótika importada desde Transilvania o Elm Street, con un apocalíptico «poltergeist» en el que los rayos catódicos de sospechosas cadenas de televisión han incubado horrendos monstruos que pueblan las pesadillas de media España.

Hoy quiero añadir una metáfora más a estas alegorías, pues la invasión podemita puede compararse también a una enorme marea de chapapote que, desde la Costa de la Muerte, viene a contaminar nuestra Patria con su «perfectus detritus», amasados con negras escorias luciferinas, con desechos de aquelarres, con basuras bolivarianas, con escombros leninistas, con ruinas de la Patria mía. Amasijo infernal que nos queda después del bombardeo mediático obsceno que ha llevado a nuestro país a los estercoleros de la leprosería más abyecta.

Marea negra, mancha maloliente que nos ha traído Pablote de la Mancha, que ha desembocado en este vertedero que es ahora España una putrefacta y pasmosa pleamar de feísmo, desparramada como chapapote desde las cloacas de la democracia, desde las sentinas de buques bolivarianos, desde las madrigueras del Kaos y las cavernas luciferinas del inframundo.

En la primera escena de la película «GoreEspaña», integrantas de la tribu radikal afirman urbi et orbe que no les parece mal que se practique sexo en el Metro, y acusan a los que están en contra de esta obscenidad de estar bajo las garras del catolicismo inquisitorial. Como usted sabrá, en los países no sometidos bajo la bota del fundamentalismo católico todo el mundo ve bien que se fornique en público.

Y es que, en el fondo, fornicar en el Metro puede ser considerado como una «performance» más del feísmo contrakultural que arrasa en la putrefacta civilización occidental, feísmo que alcanza en nuestro país cotas de un refinamiento «gore» superlativo en manos de la turba podemita, para la cual también son manifestaciones artísticas mearse en la calle, violar monjas con títeres proetarras, y performancear coños insumisos para blasfemar contra las procesiones de Semana Santa. Uno de estos días aplaudirán la «performance» de defecar en la vía pública. ¿Quién será el o la protagonista? Pues seguro que un discípulo/a de Willy el «cubanitosíseñor».

La siguiente escena sucede en el Palacio de la Zarzuela, donde algunos políticos de la izquierda radikal acuden con zapatillas deportivas, vaqueros rotos y manchas de salsa de tomate en la pechera. No es que parezcan camareros: es que dan ganas de darles unas monedas, como si fueran «sin techo». Tutean al Rey, le tratan como a un coleguilla, como perdonándole la vida -pues ellos son republikanos, faltaría más-.

La siguiente escena se desarrolla en el Kongreso: mamandurria por aquí, rastas por allá, camisetas oltraístas, vakeros apolillados y agujereados, besos homoerótikos, puñosenalto, chorradas a tutiplén, propuestas de alcahueteo a lo Telecinco…

Es una fealdad engendrada en su mala educación, en su falta de respeto, en su pijoprogrerío insoportable, siempre dirigido a chupar cámara, a salir en los tabloides del amarillismo, a provocar escándalos para salir en la foto y okupar portadas que les den publicidad y votos: van en vakeros a ver al Rey, pero se ponen frac para ir a los Goya.

Se trata de ir contracorriente, para generar noticia y arrasar en las redes sociales. Pero la verdadera intención de este feísmo es mancillar Kongresos y hemiciclos con su chabacanería, burlarse de las instituciones democráticas, reírse de España.

Las siguientes tomas están por doquiera a lo largo de toda nuestra geografía, pues este feísmo está estudiado para arrastrar con su chabacanería y su soez cutrería a toda esa generación que cultiva la fealdad como seña de identidad, creyendo que así protestan contra el sistema y, de paso, se ahorran unos eurillos, pues la fealdad suele ser más económica que la elegancia.

No es que sean contumaces descorbatados, es que además son descamisados: en sus camisetas puedes ver una amplísima variedad de logotipos a cual más hortera y horrendo, desde un pepino hasta la pesadísima boina del Che, desde el «Iron Maiden» de turno hasta las calaveras con las que tanta gente convoca a las maléficas fuerzas luciferinas sin darse cuenta.

Toda esa moda viene, con frecuencia, envuelta en tatoos you, en piercings, gorraspatrás, vakerosrotos, etc. La verdad que no consigo entender que mucha gente de un país como España se vista igual que los afroamericamos del Bronx, que los presidiarios de Alcatraz, o que los joveznos de cualquier Mara caribeña. Esto es lo que nos ha llegado a la vida política con los podemitas.

Pero no es de extrañar, en un mundo donde Marilyn Manson es embajador de estilo de Saint Laurent. Hay ya bolsos de diseño que imitan una bolsa de basura, en clara referencia a aquella película de Ben Stiller en la que se retrataba una colección basada en la indumentaria de los vagabundos.
Y ya verán este verano, donde se llevará la no-ducha, el rimmel corrido, los zapatos ortopédicos, abrigos peludos, las chanclas con calcetines y el ombligo al aire.

Y, ¿qué decir del genitarte, otra performance del feísmo podemita? En el fondo, no es sino una mutación del okuparte, englobado a su vez dentro de la corriente de la kulturbasura, versión Deluxe. Y lo peor ante esta horrenda plaga es que no podemos decir «¡Sálvame!».

En definitiva, Podemos ha irrumpido en España como la «performance» feísta de nuestra democracia, emergida desde los tugurios donde siniestros diseñadores conspiran para que Pablospierre nos lleve a la Tierra del Nunca Jamás. Maleducados, irrespetuosos, agresivos, malencarados, los radikales muestran cada vez más a las claras la veta luciferina de su «perfectus detritus», cuyo hedor llega ya hasta Marte.

Pero ahora vienen las elecciones, ocasión magnífica para que esta España Deluxe recupere la cordura, deje de taparse la nariz ante la pestilencia izquierdosa, y acometa el exorcismo definitivo que libere a nuestro país de esta marea de feísmo.

Exorcismo que podría resumirse en una simple frase, con aroma a Roma española, que quedaría perfecta en nuestro escudo junto al «Plus Ultra»: «Podemus perfectus detritus non gratus».

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