Santiago López Castillo

Socialistas cabales

Socialistas cabales
Santiago López Castillo. PD

Decía Bernard Shaw que los políticos y los pañales han de cambiarse a menudo. Tan a menudo que apenas se les ve, a los políticos y a los absorbentes para cuando uno se va de vareta. Y es que la política -sobre todo en las agrupaciones de izquierdas- se ha convertido en un quítate tú que me pongo yo, pues la mayoría no tiene oficio pero sí procuran el beneficio. En estos tiempos convulsos donde un pavo real saca su cola de arco iris y su cresta rojiza, hago recuento de los socialistas con los que mantuve una buena amistad aunque luego el tiempo todo lo disipa.

He pasado lista a mis amigos socialistas, los que siempre tuve por tal, no sé si todos ellos me valorarían con la misma moneda, cada cual paga en efectivo o con tarjeta de crédito. A bote pronto, sale en primer lugar mi compadre Pablo Castellano, al que conocí, Franco en vida, en una de aquellas entrevistas que yo hacía en «Nuevo Diario», periódico crítico juntamente con el «Madrid», ambos del Opus, yo sin serlo y si lo fuese, ¿qué? ¿No existe la libertad de creencias? Inolvidable asimismo, José Federico de Carvajal, que fue presidente del Senado, quien me regaló en piel un magnífico tomo de los debates constitucionales de la Alta Cámara; Gregorio Peces-Barba, democristiano y madridista; Torres Bourseault, ex fiscal del Estado y compañero en Periodismo; el propio Felipe González; Alfonso Guerra, con quien departí no pocos parlamentos durante la elaboración de la Carta Magna; Virgilio Zapatero, que llegaría a ministro y le perdí la pista tras su mandato como rector de la Universidad de Alcalá de Henares; Enrique Barón, titular de Transportes y quien en mi Telediario de la 1 acuñaría el siguiente epitafio: «yo soy un bien de Estado»; y otro Enrique, Múgica, ministro de Justicia y Defensor del Pueblo con Aznar…

Y para no cansar al lector con un largo etcétera, José Bono tanto como miembro de la Mesa del Congreso como presidente de la Junta de Castilla-La Mancha, Luis Solana, que llegó a director general de RTVE, José Félix Pons o Ana Balletbó, con quien además de vernos en las Cortes departíamos durante los veranos en la Costa Brava, Palamós y Playa de Aro.

Nada que ver aquellos socialistas con los de la era Sánchez, zapaterista cum laude, enfrascados en el odio, la provocación y el radicalismo, el desdén por el desdén, no a la derecha, never, never, no es no y mil veces no. Decía Cela que casi ningún tonto se sabe tonto y casi todos los tontos no se reconocen tontos del todo ya que al hacerlo supondría gozar de un punto de inteligencia.

PD.- Sin olvidar la sensatez y sentido común de Leguina y Corcuera a los que los «ilustrados socialistas» consideran cero a la izquierda de la izquierda. Sin olvidar, desde luego, a aquel gran caballero que fue don Ramón Rubial.

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