En este tedioso y aburrido espacio de tiempo que va desde que se convocaron las nuevas elecciones hasta el próximo 26 de junio en el que estamos llamados a acudir de nuevo a las urnas, bien está que alguien se preocupe de entretener a los espectadores de este entreacto con algún sainete grotesco y ridículo que nos saque del ensimismamiento político en el que todos nos hemos refugiado, hartos ya de escuchar casi siempre lo mismo por parte de cada una de las formaciones políticas desde el eslalon electoral que supuso todo el año 2015 culminado por las elecciones del pasado 20D, encontrándonos ahora en el soporífero momento de ir ascendiendo de nuevo en el telesilla cuando ya sabemos todo lo que nos van a volver a decir por los auriculares habilitados al efecto hasta que de nuevo nos vuelvan a dejar libres para que cada uno vote o inicie el descenso como mejor considere.
Para este entreacto ya no valen chistes entre pequeños grupos de espectadores como puede ser el cuchichear el anuncio de un» gobierno en la sombra» a mes y medio de las elecciones, el intentar adivinar con bromas cuales van a ser las siglas de la formación política que represente el acuerdo IU-Podemos, que Albert Rivera declare que él solo tiene más predicamento que todo el comité federal del PSOE, pues fue él quien impidió que Podemos asaltara el poder o que en el PP en el fondo piensen que ellos recortarían gasto electoral… pero en los debates.
No, ahora lo que vale y de verdad entretiene es una propuesta socio-político-moral que puede valer para que en el futuro los ciudadanos «salgan» como queramos que «salgan» a través de las tribus.
Es una propuesta de la disolución de la familia entre los sindicatos «guerreros» y el «consejo de ancianos» de cada tribu o municipio que determinaran como se forman todos y cada uno de los individuos de un clan o tribu al margen del origen de sus progenitores. Todo así más juntito y ordenado. ¿Recuerdan lo de familia, sindicato y municipio? Pues esto es otra forma de dirigir a los individuos privándoles de su libertad.
Esto es lo que propone, y lo que de verdad divierte en este tiempo de impasse, Anna Gabriel, líder de la CUP, organización política asamblearia de izquierda y catalano- independentista. Dice textualmente, «Si pudiera formar parte de un grupo que decide tener hijos en común, me satisfaría la idea» y añade.
«El modelo de familia nuclear es muy pobre y enriquece poco. Me parece que tiende a convertir a la gente que tiene hijos en muy conservadora. La idea es que eduque la tribu.»
Ahora entiendo cuando en las películas de indios, al regreso de los guerreros al campamento de su tribu (casi siempre llevando prisionero como trofeo a la osada hija de un militar que se ha adentrado en el medio oeste para encontrarse con su padre, a un guía «mestizo» que ha traicionado a su pueblo o a un colono despistado de una caravana de agricultores y granjeros), entiendo digo, que ni las indias vayan a abrazarse con ningún guerrero en particular ni los pequeños indios vayan a colgarse llenos de alegría del cuello de sus progenitores.
En la tribu todo está determinado: el varón adulto a cazar y guerrear, la mujer a trabajar sin rechistar en toda clase de tareas domésticas y los niños y niñas sin saber, al menos quien es su padre, recibiendo la educación tribal de siempre para que allí nada cambie. No habiendo padres reconocidos se evita la tentación de que soliciten para sus hijos educación concertada.
Venga, anímennos con más sainetes, que cuarenta y cinco días son muy largos como entreacto de esta función que ya conocemos de sobra.
