El editorial de ABC le recuerda a Pablo Iglesias que lo que se está haciendo es, simple y llanamente, prensa libre:
A Pablo Iglesias ya no le basta con escudarse en que la Justicia no ha querido investigar, hasta el momento, sus fructíferas relaciones económicas con el régimen bolivariano de Venezuela. Tampoco le basta con arremeter, como buen totalitario, contra la prensa libre de este país, que está desmontando el mito creado en torno a su persona y a su partido. Toda esta verborrea se ha quedado muda ante la publicación de ABC del acta en la que el ministro de Hugo Chávez, Rafael Isea, confirma todos los extremos relativos a los pagos multimillonarios del Gobierno venezolano a la fundación de Iglesias y Monedero, hasta 2011. En este caso, la investigación policial irrita a estos dirigentes populistas. Cuando son otros los investigados, no dudan en alabarla.
Recuerda que:
Es lo que sucede en los países con libertad de prensa: que los políticos son sometidos al escrutinio de la coherencia entre sus palabras y sus hechos. La izquierda suele pedir que se le juzgue por lo primero, no por lo segundo, y así es como pretende exonerarse de sus responsabilidades. Iglesias juega con fuego al querer enfrentar a los medios de comunicación con los ciudadanos, como si los intereses políticos del líder de Podemos fueran los del pueblo; y como si las críticas a este grupo de buenos amigos de la dictadura chavista fueran críticas a los ciudadanos.
Y remata:
Esta peligrosa confusión entre líder y pueblo es muy habitual en las ideologías totalitarias y explica el apoyo de Iglesias al Gobierno de Caracas y, por supuesto, la financiación iraní. Al final, los enemigos de la libertad acaban juntando sus caminos, pero se topan con las armas de una sociedad democrática, como la libertad de prensa, que, en lo que respecta a ABC, seguirá poniendo luz allí donde otros quieren poner oscuridad. Iglesias encarna una izquierda muy vieja y conocida. Y, sobre todo, muy sufrida por millones de ciudadanos a lo largo de la historia.
