Antonio Casado

15-M de uso múltiple

15-M de uso múltiple
Antonio Casado. PD

Este 15 de mayo tuvo varios dueños. En Madrid, los indignados de Sol celebraron su quinto aniversario con una masiva manifestación por el centro de la ciudad, mientras los madrileños con cuerpo de jota acudían también masivamente a la pradera de San Isidro, como manda la tradición.

En Barcelona el día fue futbolístico. En la calle, donde una masiva manifestación desbordó la alegría de los seguidores del Barça, por ese segundo puesto en la Liga de su eterno rival, el Real Madrid.

Y en el campo de fútbol de Hospitales de Llobregat, donde el candidato socialista a las elecciones del 26 de junio, Pedro Sánchez, hizo centrocampismo en la presentación de su gobierno en la sombra.

Vamos con los acontecimientos políticos. Dos de cuatro. Sobre ambos planeó la sospecha de una malversación.

En el caso de los «indignados», cuyo movimiento de protesta popular desnostado por el PP en la oposición y tolerado por el PSOE en el Gobierno (mayo de 2011), siempre se declaró apartidista, se denuncia el aprovechamiento perpetrado por los firmantes de la coalición Podemos-Izquierda Unida.

En lo referido a los preliminares de la campaña socialista, el sábado en Madrid y el domingo en Barcelona, se critica la fugaz apelación que su líder hizo en el acto de Móstoles (junto a Susana Díaz) al «puedo prometer y prometo» del ex presidente Suárez, para anunciar «diálogo, dedicación y decencia».

Tampoco es para rasgarse las vestiduras el uso de una frase que ya es patrimonio de nuestra memoria colectiva y en absoluto desmerece la de Adolfo Suárez. Peor es que los dirigentes del tandem electoral recién pactado por la nueva y la vieja izquierda se hayan apropiado indebidamente del espíritu del llamado «15 M».

Podemos e Izquierda Unida no solamente no son continuadores del movimiento de los indignados sino que contribuyeron a desactivarlo. Sobre todo el primero, por su sintonía generacional con el mismo.

Pero no ha sido su heredero sino su verdugo. Es un hecho que desde que Podemos cuajó como partido político, el movimiento de los indignados no ha levantado cabeza. Y no creo que a nadie se le ocurra alegar que han desaparecido las causas de la indignación.

Respecto al quehacer estrictamente político de Podemos tras su potente irrupción parlamentaria (69 diputados), conviene recordar que antes de apostar por un socialista en la Moncloa prefirió la continuidad de Rajoy. Y que la Lomce, la ley «mordaza» o la reforma laboral todavía gozan de buena salud.

Se explica. Podemos actuó en función de su conveniencia, como un partido de la casta de toda la vida. En este caso, clamando por la derogación de dichas leyes en el desierto de un Congreso inútil, inservible, de usar y tirar, interino, entre otras cosas, por el poder de bloqueo que ejercieron los dirigentes del partido acaudillado por Pablo Manuel Iglesias.

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